1.12.04

Cuba en la nueva geografía petrolera del Golfo de México

Gian Carlo Delgado Ramos
Tribunal Benito Juárez.
México.
Diciembre de 2004. Disponible en: www.tribunalbenitojuarez.org/documentos/docs/nvageo.doc


Introducción

El “Informe al Presidente” de la Comisión para una Cuba libre presentado oficialmente por Powell el 6 de mayo de 2004, sugiere una serie de implicaciones de orden mayor para la Isla como parte de un “retorno” de la acción imperial estadounidense en el hemisferio después de una contundente y continua derrota en Irak. El documento insinúa ser producto de un plan bien orquestado para la anexión de Cuba como protectorado en donde la disidencia jugaría el rol de cepayos de Estados Unidos (EUA) en la isla. Las medidas consideradas van desde el apoyo a la disidencia (financiero, logístico y de formación de cuadros para la contrarrevolución) y al proceso de transición a una Cuba post-Castro en el que fracasen “los planes de sucesión del régimen”, hasta la toma económica, política y militar de Cuba por parte de Washington. Se trata de un escenario que adquiere mayor claridad si se revisa desde la nueva geografía petrolera imperial del Golfo de México –y de otros recursos estratégicos como el níquel- en un contexto en el que se han confirmado nuevas reservas y se estiman crecientes reservas potenciales de petróleo, particularmente en lo que se conoce como hoyos de dona, unas formaciones geológicas discontinuas que se emplazan en el espacio geográfico en el que colindan las jurisdicciones marinas de EUA, México y Cuba. Se trata, como indica un estudio reciente realizado en el Golfo de México a profundidades de más de 3 mil metros, “…de una nueva geología de volcanes de asfalto y de un nuevo tipo de ecosistema biológico que subsiste asociado con chapopote, junto con los cuales se encuentra en el subsuelo marino metano cristalizado, metano gaseoso, petróleo y carbonatos.” Veamos brevemente cómo es esa “nueva geografía petrolera del Golfo” para luego abordar el carácter estratégico de las potenciales reservas de petróleo cubano y las líneas de potenciales escenarios que se pueden desprender a partir de la escalada injerencista de EUA sobre Cuba. Bosquejo del mapa petrolero del Golfo de México El Golfo de México es una región en la que se han realizado muchas prospecciones petroleras desde hace varias décadas, no obstante, es sólo hasta hace poco que se cuenta con la información y la tecnología necesaria para concluir que se trata de una zona de alta concentración de hidrocarburos que se caracteriza por encontrarse a grandes profundidades. El grueso de la información georreferenciada que se ha desarrollado proviene de las agencias gubernamentales de EUA encargadas de dicha actividad, particularmente del Servicio Geológico de EUA - USGS y el Servicio de Administración de Minerales – MMS. Otra tanta está en manos de las multinacionales como producto de los sondeos y exploraciones que han venido realizando tanto en EUA como en México y Cuba. Y, un mínimo porcentaje ha sido producto de indagaciones mexicanas independientes. Lo anterior llama la atención ya que desde una noción de la soberanía nacional, el conocimiento del espacio geográfico resulta fundamental y más cuando se trata de recursos estratégicos tan codiciados como el petróleo y el gas. Y es que, como es bien sabido entre los geopolíticos, aquel que tenga en su poder la información –o la información más precisa- de cómo es el espacio geográfico podrá desplazarse, reordenar y controlar los territorios de modo más eficaz para una explotación más adecuada a sus intereses de los recursos naturales y humanos ahí contenidos. A diferencia de Cuba que depende fuertemente de actores extranjeros especializados para realizar sus exploraciones petroleras pero que las hace bajo esquemas de co-participación estatal, el caso de México es cuando menos “incomprensible” porque solamente cuenta con información limitada a cerca del potencial petrolero nacional en las aguas del Golfo (o al menos eso es lo que se indica públicamente). El hecho de que sea EUA quien cuente con información más precisa sobre las reservas petroleras mexicanas del Golfo es un asunto, más que vergonzoso, preocupante y que solo se entiende como una irresponsabilidad organizada de la oligarquía mexicana. Esto debe verse así porque México es una nación propiamente petrolera que cuenta desde hace muchos años con cuadros de especialistas de alto nivel, no obstante, desde las últimas dos décadas del siglo pasado ésos han visto la reducción constante de apoyos y presupuesto para investigación y desarrollo tecnológico al tiempo que múltiples tareas de tal índole han sido relegadas al sector privado extranjero bajo la figura de Contratos de Servicios Múltiples; un fenómeno más de lo que se puede describir como la “ordeña” de la paraestatal, Petróleos Mexicanos (Pemex), para su “preparación” y empuje hacia su “punto de venta” y por tanto de desnacionalización. Ahora bien, con lo anterior en mente, echemos un rápido vistazo al mapa petrolero de la región. Ahí tenemos que las reservas existentes y las potenciales corresponden a dos provincias de distinto origen geológico: la cenozoica y la mesozoica. Respectivamente, las provincias parten del delta del río Mississippi hacia el oeste y, hacia el este; y se extienden de norte a sur a partir de profundidades mayores a los mil metros y hasta más de 5 mil metros. La que se estima que es de mayor potencial es la cenozoica, aunque la mesozoica, o lo que se conoce como “Dona Oriental”, no es nada despreciable. Las reservas contenidas en ambas provincias se emplazan dentro y fuera de las Zonas Económicas Exclusivas (ZEE) de EUA, México y Cuba, de ahí que la disputa por las que son, en principio compartidas, sea peculiarmente intensa. No es casual que en los últimos años las multinacionales petroleras se estén lanzando con gran interés a la exploración y eventual explotación de crudo y gas en las aguas del Golfo, un escenario en el que aquellas estadounidenses cuentan con el apoyo de su madre patria que tiene, frente a la competencia intercapitalista, una importante proyección militar en la zona (en la provincia cenozoica desde la base-radar ROTHR de Corpus Christi en Texas y, en la provincia mesozoica, desde la base del Comando Sur en Florida). Sin embargo, como se puntualizará más adelante, el embargo de EUA hacia Cuba deja totalmente “fuera de la jugada” a las multinacionales estadounidenses que pretendan hacer negocio con el petróleo cubano.


La velocidad con la que se están licitando “campos de explotación (marinos)” es de importancia ya que se considera que quien realice primero la extracción del crudo en cantidades importantes se verá beneficiado por lo que se conoce como el “efecto popote” que se produce como producto del drenaje ocasionado por la gravitación y no tanto como consecuencia de la perforación horizontal. Por eso es que Barbosa Cano, especialista en la temática del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México, considera que ante la riqueza de petróleo en el Golfo que podría ascender a unos 100 mil millones de barriles, “…hay un riesgo real de que las compañías estadounidenses se apropien del petróleo.”
Llama la atención que en dicho panorama EUA venga desde hace algunos años licitando expeditamente un creciente número de campos petroleros en la zona del Golfo de México. Johnnie Burton del MMS, ente encargado de dicha actividad (junto con otros como el Departamento del Interior de EUA), señalaba en marzo de 2004 que “…Estados Unidos está ahora en su noveno año de expansión sostenida de desarrollo doméstico en explotación de petróleo y gas a gran profundidad en el área del Golfo de México y no muestra señales de disminución.” Y agrega, “…el potencial de recursos para la nación aumenta con cada nuevo descubrimiento en aguas ultra-profundas.”
Así, entre los pozos de perforación descubiertos sólo de 2001 a 2003 están: el Discoverer Deep Seas de Chevron/Transocean en el Bloque AC 818, el Deepwater Millenium de Anadarko Petroleum Corporation/Trasnocean en el Bloque AT 349, el Jack Ryan de Shell Offshore/Global Santa Fe en el Bloque AC 943, el Deepwater Nautilus de Shell Offshore/Transocean en el bloque MC 657, el Deepwater Pathfinder de Chevron/Transocean en el Bloque MC 696, el Explorer de BHP Billiton/Global Santa Fe en el Bloque AT 618, el Discoverer Enterprise de BP Exploration/Transocean en el Bloque MC 778, el Cajun Express y el Marianas de Dominion Exploration/Transocean en el Bloque MC 734 y MC 772 respectivamente, el 1503 de Dominion Exploration/Pride en el Bloque MC 773, el Discoverer Spirit de la Union Oil Co/Transocean en el Bloque GC 943, o el Ocean Confidence de BP Exploration/Diamond Offshore en el Bloque GC 826.
De frente a una creciente demanda nacional e internacional de petróleo en la que los precios se han disparado y en el que la inestabilidad al acceso a crudo barato es cada vez mayor , el potencial de producción del Golfo significa para EUA, según datos del MMS , cerca del 30% de la producción doméstica de petróleo y el 23 de la de gas; cifras que podrían incrementarse conforme se confirmen las reservas potenciales y se descubran otras nuevas en el área, así como a partir de que los hidrocarburos propiamente de las ZEE de México y Cuba sean “aspirados” por EUA bajo el efecto “popote”. Tómese nota que tal fenómeno puede estar pronto en proceso, ya que de 1995 a 2002 la extracción estadounidense de petróleo de aguas profundas del Golfo aumentó en un 535% mientras que la de gas lo hizo en 620 por ciento.
Ahora bien, las reservas de México en el Golfo se esperan sean mayores que las de EUA. Mientras estas últimas se calculan rondan los 15 mil millones de barriles de petróleo y los 47 mil metros cúbicos de gas (considerando las reservas probadas y esperadas), las mexicanas podrían cuando menos situarse en los 22 mil millones de barriles de petróleo (a los que se suman varias decenas de miles de metros cúbicos de gas), pero podrían aumentar según se vayan confirmando los más 170 “proyectos probables” que Pemex así ha clasificado después de haber realizado más de 800 exploraciones en aguas profundas del Golfo (de ahí que Barbosa Cano indique que las reservas potenciales de petróleo de toda la zona del Golfo podrían ser de hasta unos 100 mil millones de barriles).
Los datos para la ZEE cubana de 112 mil km2 no están del todo claros, ni tampoco del tipo de crudo ha encontrarse. Como es sabido, Cuba posee yacimientos de petróleo de alto contenido de azufre, lo que lo hace un petróleo muy pesado. No obstante, se cree que al norte y noroeste de la Isla pueda haber estructuras geológicas profundas de crudo ligero. Para su prospección (algo imposible en la década de 1950 cuando, por ejemplo, Standard Oil realizó exploraciones), la Isla ha dividido su ZEE en 59 bloques de 2 mil km2 cada uno, mismos que ya ha comenzado a licitar (10 hasta ahora) a empresas petroleras como Petrobras (Brasil), Repsol YPF (España), o Sherrit International (Canadá).
Las reservas cubanas no parecen ser nada despreciables. EUA estima conservadoramente unos 480 millones de barriles de crudo convencional como parte de las reservas no probadas sólo en el norte de Cuba. Tales cifras son mínimas comparadas con las que Repsol YPF anunciaba recientemente y que corresponden únicamente al bloque de Yamagua, mismas que podrían ser de unos 1,600 millones de barriles o lo equivalente al 30% de las reservas probadas actuales de la multinacional. Las estimaciones para los seis bloques al norte de Cuba, según Repsol YPF, podrían contener hasta seis mil millones de barriles. Consecuentemente, la multinacional considera a Cuba como “…una de sus zonas prioritarias de crecimiento”. Pero nótese que las reservas potenciales podrían ser aún mayores, lo que únicamente se puede confirmar hasta el momento de la perforación.
Lo anterior sigue siendo valido después de que Repsol-YPF anunciara que las perforaciones que había realizado a 28 kilómetros de la costa noroeste cubana (antes indicadas) habían encontrado petróleo de alta calidad, aunque por razones poco claras, se aseguró que “no las podía explotar comercialmente y que estaba estudiando si perforaba en otro lugar”, todo con vísperas de comenzar la extracción en el 2007. Esto queda claro para otras multinacionales como Petrobras. Para Jorge Epifanio, coordinador de los proyectos de exploración de la brasileña, “…Repsol tiene que hacer estudios, pero al menos esto es algo que mantiene viva la esperanza de un buen hallazgo aquí en Cuba”. En ese sentido, Repsol ha señalado que en el próximo año va a definir “actividades futuras de exploración en el área” donde tiene contrato de seis bloques, y es que, “…hemos encontrado roca madre, que significa que la cuenca geológica es buena, ha habido formación de petróleo”.



El argumento aquí desarrollado -y que he venido desarrollando desde mediados de 2004- ha venido a ser confirmado por los primeros resultados de las exploraciones de la canadiense Sherrit que tiene contrato para cuatro bloques en la costa Norte de la Isla (Santa Cruz, Tarará, Guanabo y Jibacoa Este) y que en diciembre de 2004 dieron con unos 100 millones de barriles de calidad similar a la mezcla mexicana Maya.
Según se informó, Sherrit comenzó la perforación de exploración en el prospecto de ‘Santa Cruz’ de unos 20 km2 y situado a unos 2.5 km de la costa, frente a la Central Termoeléctrica del Este de La Habana. El pozo exploratorio ‘Santa Cruz 100’ alcanzó una longitud final de 4,030 metros con dirección Norte y un ángulo con relación vertical de 85 grados. El desplazamiento horizontal alcanzado fue de más de 3 km, logrando atravesar en su trayectoria tres depósitos saturados de petróleo. El pozo tiene las siguientes características: petróleo crudo de 18 grados API (más ligero que el crudo Varadero o de Yumurí) con muy poco agua y con buena presión de producción. El contenido de azufre es inferior al 5%. Produjo el 14 de diciembre mil toneladas aunque fue cerrado para la investigación de sus características. En base la productividad del pozo y otros parámetros se ha afirmado que se está ante el descubrimiento de un nuevo yacimiento de petróleo de unos 55 km al Este de la capital con reservas extraíbles potenciales de un mínimo de 100 millones de barriles o 14 millones de toneladas.
En el 2005 se perforarán dos pozos más de producción experimental (uno al Este y otro al Oeste del pozo Santa Cruz 100). Su desarrollo comercial se ejecutará entre el 2006 y 2007 lo que incluye la proyección y ejecución de las instalaciones de superficie para la recolección y transportación del crudo y el gas natural asociado como por ejemplo, el oleoducto que llevará el crudo hasta la existente batería central de Boca de Jaruco para su tratamiento).
En tanto a los otros tres prospectos detectados por Sherrit en sus estudios sísmicos marinos de alta resolución, se cree que se obtendrán resultados similares por lo que ya se conformó la asociación Sherrit-Peberco para la perforación, en 2005, de pozos en Tarará y Guanabo.


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