29.11.09

Oro, plata y minerales mexicanos preservan la hegemonía estadunidense


Nydia Egremi.
Contralínea. No. 158
22 de noviembre de 2009.

Montañas de tierra que filtran arsénico al suelo de las comunidades, presiones para que los ejidatarios vendan a precio bajísimo sus tierras a las trasnacionales mineras y una extracción masiva sin paralelo ilustran la forma en que Estados Unidos y las antiguas metrópolis europeas se abastecen de los minerales estratégicos, críticos y esenciales, necesarios para mantener su hegemonía. El gobierno de México otorga concesiones de muy largo plazo, que al final de su vigencia dejan como herencia tierras arrasadas, contaminación y problemas sociales entre las comunidades

A diario, hora tras hora, las enormes excavadoras remueven toneladas de tierra que potentes explosivos sacaron a la luz; sus garras metálicas hurgan, gramo por gramo, el oro, la plata, el plomo, el zinc y otros metales en las minas de San Luis Potosí, Zacatecas, Chihuahua, Sonora, Chiapas y otras más que se explotan intensivamente en 26 estados de la república; sus vetas están destinadas a alimentar lo que el académico John Saxe Fernández denomina “la inclinación fagocitadora del actual capital monopólico”.

Y es que la extracción es de minerales que, al igual que los del subsuelo de África y Asia, son vitales para mantener la hegemonía estadunidense. En el segundo plano de esta imagen quedan poblados contaminados por la degradación de montañas de piedra con residuos de arsénico, que la lluvia filtra al subsuelo o el sol evapora. Al final, la contaminación afecta a los habitantes: se bebe o se respira.

Además de la contaminación, miles de personas son desalojadas por la creación de minas de alta tecnología. En el “mejor” de los casos, la tierra fue rematada a 200 pesos al mes por hectárea. La renta quedará congelada durante el tiempo que dure la concesión, la mayoría de las veces por más de cuatro décadas.

El mineral extraído, convertido en lingotes, viaja en contenedores por tierra hasta los puertos. Ahí se embarca hacia las matrices de las mineras trasnacionales a las que el gobierno federal les otorgó concesiones para operar en todo el país.

Sólo en 2008 se extrajeron del subsuelo mexicano 50 mil 365 toneladas de oro, equivalentes a 15 mil 698 millones 429 mil 400 pesos; la mayor parte de Aguascalientes. También de esa tierra se arrancaron del suelo 2 millones 668 mil 28 toneladas de plata. A cambio, el gobierno recibió 13 mil 972 millones 569 mil pesos, así como 397 mil 306 toneladas de zinc que se comerciaron por 8 mil 98 millones 713 mil 300 pesos.

En Sonora se extrajeron 46 mil 844 toneladas de wollastonita (necesario en la cerámica industrial y para recubrimientos) a cambio de 102 millones 437 mil 200 pesos, según el Anuario estadístico de la minería en México 2008 de la Secretaría de Economía (SE).

Simultáneamente se extraen toneladas de barita (de la que México es séptimo productor mundial), azufre (décimo sexto productor), celestita (tercer lugar mundial), plomo (quinto lugar), molibdeno (sexto lugar), fierro (décimo quinto), cadmio, antimonio, perlita, fosforita y diatomita, entre otros. Algunos son “estratégicos”, pues el importador, en este caso Estados Unidos, depende de ellos para mantener su hegemonía: los minerales están vinculados al interés militar e industrial de ese país.

Otros son minerales “críticos”, por su bajo o nulo grado de sustitución para las aplicaciones a que se destinan, como el titanio, el niobio y las “tierras raras” (lantano, lutecio, bastnasita y loparita, entre otros) que se emplean en electrónica y dispositivos para misiles o materiales stealth (que no detectan los radares); y quedan los minerales “esenciales”, muy apreciados porque son fundamentales para la industria y cuya oferta es suficiente, describe Gian Carlo Delgado, economista especialista en ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

México, reserva de recursos

Gian Carlo dice que es precisamente esa necesidad de los países desarrollados, particularmente Estados Unidos, por abastecerse de los recursos naturales que le son vitales, lo que está detrás del furorexcavador que protagonizan las empresas mineras trasnacionales en México.

“América Latina no es el traspatio de Estados Unidos, sino su reserva de recursos minerales estratégicos, críticos y esenciales que le permiten preservar su hegemonía. Este escenario permite comprender el alcance de la Alianza para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte (ASPAN)”, firmada por México, Canadá y Estados Unidos para respaldar la presencia de cientos de empresas mineras canadienses y estadunidenses.

Saxe Fernández, coordinador del programa “El mundo en el siglo XXI” del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, revela en su estudio América Latina: ¿reserva estratégica de Estados Unidos? (2009) que en 1980, el general Alton D Slay, entonces a cargo del Comando de Sistemas de la Fuerza Aérea, advirtió al congreso de su país que la dependencia de las importaciones petroleras no sólo presentaba serios problemas para Estados Unidos, sino también la carencia de al menos 40 minerales “esenciales para una defensa adecuada y una economía fuerte”. Entonces, Alton recordó que la superpotencia importaba más de la mitad de 20 minerales esenciales para preservar su hegemonía.

Antes de que se hiciera pública esa advertencia sobre su vulnerabilidad en minerales, Estados Unidos había emitido, en 1979, la Ley de Almacenamiento, que logró almacenar sus reservas de ciertos materiales estratégicos obtenidos de todas las latitudes del planeta.

Apunta Delgado Ramos que la ley establecía que, “además de los proveedores estadunidenses, sólo los proveedores canadienses y mexicanos son confiables. Al leer ese texto, vemos clara la variable de la ASPAN: procurar a la potencia hegemónica, pues el discurso prevaleciente en esa alianza es el de la competitividad de América del Norte, que pasa por el abastecimiento de energía y de los recursos que le son vitales”, sin importar el desarrollo de las comunidades a las que se les expropió su riqueza natural, explica el investigador.

Esa búsqueda por minerales se orienta hacia América Latina por ser una zona rica en recursos, poco explorada con las nuevas tecnologías para la minería, señala. Estima que a la par de la exploración y explotación intensiva de la minería vienen los nuevos procesos químicos de explotación sumados a los explosivos, así como el uso de excavadoras y yukles para excavar más rápido y mover más toneladas de tierra cuya riqueza interior será transportada por los sistemas multimodales.

“Lo que ahora cambió es el gran costo ambiental que deja ese tipo de tecnología minera”. Delgado Ramos agrega que para extraer oro –que ahora alcanza su nivel de precios más alto en la historia– y plata, las mineras utilizan técnicas que permiten sacar concentraciones muy bajas –hasta 0.5 gramos por ciento–, como ocurre en la mina Cerro San Pedro, en San Luis Potosí, donde remueven hasta 20 toneladas de tierra.

Esas montañas de tierra y piedra triturada representan “una locura en términos de impactos ambientales y sociales”: el desalojo de grandes cantidades de materiales que más tarde (unos 40 años, cuando concluya el plazo de las concesiones) se regresarán a sus antiguos dueños, quienes sólo recibirán cráteres.

Así ocurrió en la mina de plomo, plata y zinc del Grupo Condumex, llamada Real de Ángeles, y que ya terminó de funcionar, pero es muy inestable y sus desechos se esparcen en cientos de hectáreas con tierras inservibles, cianurizadas. Gian Carlo Delgado explica que, en entrevistas, los campesinos locales expresaron que antes de la llegada de la minera ésa era una zona agrícola y ganadera; sin embargo, al acabar el proceso minero sólo quedaron comunidades destrozadas.

Situación similar se presentará en el valle de Mazapil, Zacatecas, que será la mina de oro a cielo abierto más grande de América Latina (operada por la canadiense Goldcorp). Ahí, se está rascando el cerro para extraer el mineral. Al separar la tierra que las escavadoras tiran a un lado, cuando llueve, los sulfatos de ese material se filtran hacia el agua; esto no sucedería si fuera un deslave natural, porque el cerro se está fragmentando. Desde las autopistas, ese material se ve como arena, pero son los desechos.

Además del daño ambiental que dejan las mineras, quedan graves problemas sociales originados por la presión que ejercen los tres niveles de gobierno entre los habitantes de estas zonas para que permitan la instalación de las empresas mineras en su región. La venta de la tierra tiene que ver con el interés del Consejo Ejidal. “Muchas veces, la gente acepta cosas que no sabe cuando firma”, como ocurre en Mazapil: las empresas llegan con dinero en efectivo (para las gentes representa una fortuna) y la ambición corre. En las regiones mineras, muchos se endeudaron por el atractivo que representaba el auge minero; incluso, quienes habían salido de la comunidad regresan a vender su tierra y pactan con los mineros.

Ese tipo de conflicto es visible en el caso de la mina de Ocampo, manejada por Gammon Lake Resources, que extrae oro y plata. Cuando Gian Carlo Delgado visitó esa comunidad, encontró que la minera no quería pagar la electricidad del poblado, por lo que el presidente municipal les negó el permiso de usar explosivos hasta que aceptaran. Otro problema social paralelo a la disputa por la tierra es el auge de la prostitución protagonizada por las “brillositas”, como despectivamente les llaman las mujeres de la zona; este proceso acompaña a la inicial derrama económica y se hermana con la ruptura familiar; además, sobrevienen el alcoholismo y el abandono de empleos.

Minería, para qué

En El impacto del sector externo en la minería mexicana (1980-2000), en junio de 2001, Arturo Burnes Ortiz, docente e investigador de la Unidad Académica de Economía de la Universidad Autónoma de Zacatecas, explicaba que la minería es una actividad que nunca, en toda su historia, de la colonia a la globalización contemporánea, ha podido desligarse del factor externo: “en la contienda mercantilista primero e imperialista después, por la apropiación de los recursos naturales de nuestros países latinoamericanos, como de las políticas específicas provenientes del bloque de poder que prevalece en cada momento histórico y en cada modalidad de desarrollo”.

Esa influencia del sector externo, ahora con las inversiones en la exploración minera por parte de las trasnacionales, plantea el dilema: “Hacer minería sí, pero con qué medios y para qué”, dice Gian Carlo Delgado. Observa que lo que tenemos actualmente es un consumo creciente de los países metropolitanos de esos recursos, como Estados Unidos. Con un consumo creciente de este material, demuestra la dependencia estadunidense de esos materiales.

Tan sólo en 1980, Estados Unidos dependía al ciento por ciento de cuatro minerales; en 1992 pasó a ocho y en 2008 aumentó su dependencia a 18 minerales. Atrás de esa dependencia, subrayan Saxe Fernández y Delgado Ramos, está la defensa de la hegemonía estadunidense: desplegar sus fuerzas armadas en América Latina y África para asegurarse el abasto de esos materiales que le son fundamentales. La citada Ley de Almacenamiento de Estados Unidos tuvo un ajuste en 1991 para agregar como fuente confiable de recursos a los países de la Cuenca del Caribe. Esa zona es rica en minerales, como el cobalto cubano, “que por el bloqueo les presenta un problema”, pero ahí está el 60 por ciento de las mineras que operan en México y que son canadienses, aliadas de Estados Unidos.

“Esto da un panorama claro de cómo la minería en México es un negocio rentable para ellos, y cómo Estados Unidos piensa en esta zona como su reserva estratégica”, reitera el investigador. La dependencia estadunidense de minerales es crítica en bauxita y alumina, que importan al ciento por ciento; en 2008, importó 2 millones 600 mil toneladas de ese material desde Jamaica, 31 por ciento; 9 por ciento de Brasil; 12 por ciento de Guyana; y el cobre que es otro material sustantivo para su industria.

A su vez, el estudio de Saxe Fernández cita que el Departamento de Energía estadunidense, según la versión no clasificada del documento United States command strategy 2016, que presentó el Comando Sur del Pentágono, advertía que “tres naciones, Canadá, México y Venezuela, forman parte del grupo de los cuatro suministradores principales de energía para Estados Unidos. Los tres están ubicados dentro del hemisferio occidental”. Además, la Coalition for Affordable and Reliable Energy previno que, en las próximas dos décadas, Estados Unidos requerirá 31 por ciento más producción de petróleo, 62 por ciento más de gas natural, y América Latina se perfilaba como un líder mundial energético con sus vastas reservas estratégicas y minerales, con lo que esa vulnerabilidad se reduciría teniendo el acceso libre a ese potencial.

Ese escenario explicaría la rivalidad de Estados Unidos con Venezuela, cuyo gobierno, en agosto de 2006, anunció en voz de Eduardo Vera Flores, viceministro de Minas del Ministerio de Industrias Básicas y Minería, que se reservaría el uso y manejo de materiales estratégicos “por ser los que satisfacen las necesidades militares, industriales y civiles esenciales de un país”. Esos recursos son: carbones, serpentinita, fosfatos, grafito, barita, caliza, caolín, carbonatita, feldespato, yeso, cuarzo y tierras raras.

China es el país que mayores reservas tiene de tierras raras, lo que explica la pugna geopolítica que libran ese país y Estados Unidos a nivel global. Un artículo del profesor Silvio Baró, del Centro Cubano de Estudios de África y Medio Oriente, indica que África debe ser considerada como un notable reservorio de gran cantidad de minerales y metales: oro, minerales del grupo del platino, diamantes, uranio, manganeso, cromo, níquel, bauxita y cobalto. Para algunos economistas, ese continente alberga aproximadamente el 30 por ciento de las reservas de minerales y metales aún sin explotar, por lo que la creación del Africom –brazo militar estadunidense en esa región que hermana al Comando del Norte y al Comando del Sur– está apoyada por las trasnacionales estadunidenses Exxon Mobil, Chevron, Maraton Oil, Amerada Hess y Ocean Energy, que poseen las tecnologías, financiamiento y especialistas para extraer esas riquezas del subsuelo.
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“Prometedor”, el saqueo de minerales en México: Economía.

La secretaría responsable de fortalecer la economía del país y contribuir a su crecimiento confiere a las mineras trasnacionales el rol de detonar un futuro prometedor para el país. En contraste, la industria extractiva no ha generado los mecanismos de desarrollo necesarios, como se observa en las 26 entidades en las que la minería es la principal actividad; en todas ellas, la pobreza y las bajas tasas de empleo son evidentes

Información pública en el sitio web de la Secretaría de Economía (SE) describe que la minería se ha convertido en un “motor para el desarrollo de la economía nacional”. Actualmente, dice, las acciones del gobierno, combinadas con el potencial minero reconocido a nivel mundial, deparan “un futuro prometedor en cuestión de mejora para la industria, para la inversión y más y mejores empleos. Para que vivamos mejor”.

La dependencia indica que el sector minero contribuyó a la “conservación y generación de más de 290 mil empleos el año pasado”. Tan sólo en el primer mes de 2008 se reportó la creación de 5 mil 600 empleos, aunque explica que, después de cuatro años consecutivos de incremento en los niveles de empleo, durante 2008 se registró una caída del 0.8 por ciento anual, “reflejando el fin del auge en el sector”.

No obstante, la SE añade que el potencial geológico del subsuelo de México cuenta con un “escenario favorable”, pues actualmente México es el país con mayor potencial minero del mundo, sobre todo en extracción de plata, cobre y oro.

De acuerdo con las estadísticas –actualizadas a junio de 2009– sobre exploración minera que proporciona la Dirección General de Promoción Minera a través de la Dirección de Promoción de Proyectos, las empresas con capital extranjero en la industria minera provienen de los cinco continentes. Son, según los datos oficiales, 14 países los que “tradicionalmente” han tenido, como México, una amplia experiencia en la industria minero-metalúrgica y de exploración de minerales que están expandiendo su desarrollo y así satisfacen la demanda mundial de metales.

El Resultado del análisis de la información obtenida sobre las empresas con capital extranjero que invierten en la minería, de la SE, refiere que existen 263 empresas con capital extranjero operando actualmente en el país, y manejan un portafolio de 677 proyectos en total. De ese universo de empresas, 198 tienen sus oficinas centrales en Canadá (que equivale al 75 por ciento), 39 en Estados Unidos (15 por ciento), siete en el Reino Unido (3 por ciento), cinco en Australia (2 por ciento), tres en Japón (1 por ciento), China y Corea cerca del 1 por ciento, con dos empresas cada una, y Suiza, Luxemburgo, Chile, India, Italia, Holanda y Perú figuran con una empresa respectivamente.

Las actividades extractivas de esas firmas internacionales se despliegan por todo el territorio mexicano a lo largo de 26 estados: Sonora, 163 empresas; Chihuahua, 101; Durango y Sinaloa, 73 empresas, respectivamente; Zacatecas, 50; Jalisco, 41; Oaxaca, 32; Baja California, Nayarit y Guerrero, 15 empresas por estado; Guanajuato, 11; Michoacán y San Luis Potosí, 12 cada uno; Chiapas, nueve; Coahuila, ocho; Estado de México, Baja California Sur y Colima, siete, respectivamente; Puebla, seis; Nuevo León y Querétaro, cinco por entidad; Hidalgo, tres; Morelos, Tamaulipas y Veracruz, dos.

Del total de proyectos operados por empresas con capital extranjero en México, unas 621, el 85.38 por ciento, están en la fase de exploración (578); el 8.27 por ciento ya está en producción; 15 proyectos, en etapa de desarrollo, que representan el 2.22 por ciento, y 28 proyectos, que representan el 4.14 por ciento, en postergación (o stand by), para su posterior activación hasta que sea “financieramente razonable”.

Metales preciosos

La información de la SE indica que “aproximadamente” 434 de esos proyectos mineros están asociados con metales preciosos, oro y plata, que corresponden al 64 por ciento; 122 son polimetálicos (18 por ciento); 88 están asociados al cobre (13 por ciento); 23 al hierro (3 por ciento); y 10 proyectos a metales y materiales como germanio, cobalto, titanio, molibdeno, bismuto, antimonio, niquel, tungsteno, zeolita-chabazita, barita, pórfidos, wollastonita, roca fosfórica (2 por ciento). Sin embargo, señala la dependencia, en la mayoría de los casos, estos minerales son considerados como subproductos o asociados con los minerales metálicos.

En el rubro de inversión minera, la SE afirma que en el periodo de enero a agosto de 2009 “se ubicó en 1 mil 819 millones de dólares”, lo que significa 16.6 por ciento menos que la registrada en igual periodo de 2008.

Por su parte, el Anuario estadístico de la minería mexicana 2008 de la SE, cuya responsabilidad editorial corrió a cargo de la Coordinación General de Minería, la Dirección General de Minas y la Dirección General de Promoción Minera, explica que este sector acumuló dos años con variaciones anuales negativas; “evolución que se originó de la combinación de una acentuada disminución de la minería petrolera”, en respuesta a un volumen decreciente en la extracción del crudo, así como de incrementos modestos de la minería no petrolera, sector que “registró un crecimiento de 1.5 por ciento en 2008”; aunque en el último trimestre registró una tasa negativa de crecimiento en el Producto Interno Bruto debido a la recesión.

Este documento informativo agrega que el valor a precios corrientes de la producción de la minería mexicana ampliada alcanzó los 117.84 mil millones de pesos, monto que representó un incremento de 2.3 por ciento en relación con el año anterior. La inversión en el sector alcanzó un monto total de 3 mil 656 millones de dólares, cifra superior en 69.6 por ciento a 2007.

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Expertos en Cuba alertan sobre aplicaciones militares de nanotecnología

AFP
23 de noviembre de 2009.

Expertos de 13 países alertaron en Cuba sobre las limitaciones financieras de naciones en desarrollo para investigar sobre nanotecnología y los peligros que puede implicar sus aplicaciones militares, que desarrollan algunas potencias, informó el telediario local.
“La aplicación militar de la nanotecnología es bastante dominante sobre todo en Estados Unidos“, dijo el mexicano Gian Carlo Delgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias, quien añadió que ese país dedica la tercera parte de sus fondos “a la aplicación militar“.
Delgado, quien participa en una conferencia internacional de dos días sobre las nanociencias, que se desarrolla en la Universidad de La Habana, añadió que esto “va a repercutir incluso en la naturaleza de la guerra, no nada más digamos de todo el instrumental ofensivo, si no también defensivo“.
“Todos los aparatos de seguridad, de espionaje y también el tipo de guerra va a cambiar“, opinó y dijo que América Latina solo podrá investigar “ciertas áreas de nanociencias“, pues esos estudios resultan costosos.

La conferencia, a la que asiste el hijo mayor del líder cubano Fidel Castro, Fidel Castro Díaz-Balart, asesor científico del gobierno, fue abierta por una exposición del Premio Nobel de Química 1996, el estadounidense Robert Curl.
Ernesto Estévez, director de Instituto de Ciencia y Tecnología de Materiales de Cuba, dijo al telediario “la nanotecnología promete revolucionar la medicina en muchos aspectos, alargar la vida de las personas, buscar curas para enfermedades que en estos momentos no tienen cura aún“.
Añadió que existen expectativas de “obtención de energías mucho más limpias, energías renovables“ a partir de su aplicación y “que sea viable la economía del hidrógeno, que sea viable la energía fotovoltaica“.
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9.11.09

Los países pobres deben cobrar la "deuda ecológica" a los ricos: Joan Martínez

MARTÍN HERNÁNDEZ ALCÁNTARA
La Jornada de Oriente. Lunes 9 de noviembre.
México, 2009.

Las naciones en desarrollo que son sometidas por las grandes potencias a través del cobro de préstamos económicos desorbitados están en su derecho de hacerles efectivo a esos países el cobro de la “deuda ecológica”, es decir, la retribución que debe dárseles por la depredación de sus recursos naturales o por ser destino de los desechos tóxicos expulsados por aquéllos, sugirió Joan Martínez Alier.

El teórico catalán, impulsor de la ecología política o de la ecología humana, dictó el pasado viernes al mediodía una conferencia magistral en el salón de usos múltiples “Carlos Marx” de la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla (UAP).

El economista estuvo acompañado de Gian Carlo Delgado, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (Ceiich) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), a cuyas instancias y las del Centro Universitario para la Prevención de Desastres Regionales de la UAP Martínez Altier se apersonó en la Facultad de Economía de la máxima casa de estudios local.

Durante su disertación, el autor de La ecología y la economía hizo una explicación teórica de los puntos de encuentro y exclusión que la ciencia económica y la ecología han tenido históricamente; también hizo un repaso de los movimientos populares de defensa del patrimonio ambiental en varias partes del mundo, y explicó los principales postulados del pensamiento de la ecología política.

El público que acudió a escuchar a Joan Martínez Alier fue variopinto: por obvias razones predominaban los economistas, aunque también hubo presencia de sociólogos, antropólogos, filósofos, comunicólogos, ingenieros, arquitectos, periodistas y activistas.

Varios de esos asistentes, al tomar la palabra, reconocieron las aportaciones del maestro catalán al trabajo interdisciplinario y resaltaron las aportaciones valiosas que sus propuestas hacen no sólo para el estudio riguroso de la relación entre la acumulación de capital y el deterioro del planeta y de la calidad de vida de millones de personas, sino también como una visión de largo aliento que puede ayudar a solucionar los problemas de crisis mundial y depredación ambiental que padece el planeta.

Desesperanza de la política

La exposición de Martínez Alier fue abundante en registros históricos y axiomas, pero se podría decir que la atravesó una idea básica: el desequilibrio en el mundo en una parte es resultado de la voracidad de los grandes capitales que explotan irracionalmente los recursos de las naciones pobres e incluso depositan ahí la basura que generan.

Esa ambición ilimitada no sólo produce daños irreversibles a la naturaleza, sino que cada vez más se cobra con la vida de millones de personas que son obligadas a desplazarse de sus lugares de origen simplemente porque en esos sitios hay recursos que los grandes consorcios transnacionales codician.

Por dichas razones, para Martínez Alier es vital que los movimientos populares de defensa del medio ambiente que se han generado alrededor del mundo se fortalezcan, pero sobre todo, que los gobiernos de las naciones en vías de desarrollo tomen la bandera de esas organizaciones, para hacerlas válidas en foros internacionales, a fin de hacer efectiva la “deuda ecológica”.

El catedrático de Economía e Historia Económica de la Universidad Autónoma de Barcelona inició su plática resaltando la tradición académica que ostenta la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma de Puebla, y en seguida recordó que el nacimiento de la ecología política tiene más o menos 25 años.

Rememoró que hasta hace tres décadas la economía y la ecología eran ciencias separadas. Los ecólogos estaban entonces concentrados en el estudio de los ecosistemas, pero no les interesaba la acción e interacción de la especie humana en ellos.

Hoy, recalcó, se tiene la creencia errónea de que los movimientos ecologistas tienen su origen y están sólo bien estructurados en Estados Unidos, en organizaciones representativas como Greenpeace.

Explicó que en su momento él y otros teóricos empezaron a elucubrar un andamiaje teórico que conjugara la visión crítica del marxismo y del anarquismo, con el análisis de problemas ecológicos y sociales, con aportaciones de las escuelas agraristas.

En ese sentido, señaló que los agraristas rusos del siglo XIX son los verdaderos precursores de los movimientos ecologistas que hoy prevalecen en el mundo, y hasta reveló que el apotegma zapatista de “Tierra y Libertad”, fue traído a México por troskistas.

Mencionó que recientemente había encontrado en la internet una conferencia que dictó, en 1992, en un cónclave de partidos de izquierda para la región, a la que acudieron varios líderes que fueron presidentes, candidatos a la presidencia o que hoy son presidenciables, como Daniel Ortega, mandatario nicaragüense; Aurelio García, actual asesor de Luis Ignacio Lula da Silva, el titular del Poder Ejecutivo en Brasil, la plana mayor del Partido de la Revolución Democrática.

Martínez Alier les habló a esos políticos del efecto invernadero, de la pérdida de biodiversidad y de otros fenómenos que en su momento no fueron considerados seriamente por los gobiernos y teóricos del mundo, pero que hoy son motivo de preocupación, análisis y debate.

En esa lógica, se refirió a que varios activistas o convencidos de la ecología política hoy son candidatos a las presidencias de sus respectivos países en candidaturas que tienen más un talante testimonial que una verdadera posibilidad de llegar al cargo; entre ellos mencionó a Mariana Silva, quien procede del movimiento ecologista popular en Brasil, compañera de Chico Méndes, uno de los más destacados luchadores e impulsores del ecologismo popular, o el ecologismo de los pobres.

Un caso similar, apuntó el conferenciante, es el de Marco Arana Zegarra, agitador en contra de una mina de oro a cielo abierto en Cajamarca y ex sacerdote que será postulante a la primera magistratura en Perú.

Empero, Martínez Alier aseveró: “yo no creo que con elecciones y con candidatos se cambie al mundo, porque muchas veces la experiencia enseña que los intereses reales someten a la gente y entonces terminan haciendo cosas que nunca pensaron que iban a hacer”.



Las luchas continuarán


El economista catalán expresó: “había personas en 1992 que con su alegría por el triunfo occidental en la guerra fría no querían darse cuenta de que las luchas sociales por un mundo más igual tenían que continuar. No veían entonces estas personas que los lamentables regímenes de la URSS y de la Europa del Este no solucionaron estas luchas, antes las fomentaron, al engañar por tantos años a una parte de los pobres del mundo (...)”.

Martínez Alier agregó que también les advirtió en aquella época que los problemas derivados de las agresiones terribles del capital al medio ambiente acrecentarían las movilizaciones sociales

Añadió que la caída del muro dejó al desnudo la escasa importancia que el sistema neoliberal, a pesar de las economías planificadas cuyo único objetivo era el crecimiento desaforado del Producto Interno Bruto (PIB) le prestó a los asuntos ecológicos, pero que, del otro lado, en el régimen socialista, también habían quedado expuestas las carencias de visión sobre un tema tan importante.

“Lo que mucha gente vio como el fracaso de hace 20 años para mí fue bueno, como un alivio, porque se podían volver a discutir, en condiciones de igualdad, temas que habían quedado arrinconados, como la relación ecología–economía por parte de la izquierda”, aseveró el catedrático marxista.

En esa ruta crítica, Martínez Alier expresó que el mercado destroza al medio ambiente y que para él no cuenta el futuro, porque no considera a la gente que no ha nacido, pero tampoco toma en cuenta la supervivencia de otras especies, y eso queda demostrado en la extinción dramática y acelerada de muchas de ellas.

“El mercado no tiene en cuenta a los pobres, no tiene en cuenta al futuro, y no tiene en cuenta a las otras especies”, asentó.

En Estados Unidos y en algunos países europeos, como Alemania, no se consideró el tema del medio ambiente, y las consecuencias que algunas tecnologías y el crecimiento industrial suponían a la ecología. Por eso, añadió, hubo un enorme crecimiento de armas y plantas nucleares, con la consecuente respuesta social de movilización contra la carrera armamentista.

Del lado socialista, aunque también hubo un desarrollo inusitado y pavoroso de la tecnología nuclear, no aparecieron las movilizaciones ciudadanas contra ese crecimiento, lo cual pudo haber evitado tragedias tan terribles como la explosión de la planta en Chernobil.

Los problemas derivados de los abusos en las tecnologías han generado respuestas de la sociedad que ahora, en los países industrializados, se organiza para exigir rendición de cuentas a sus autoridades sobre las decisiones que toman en la materia, la mayoría de las veces sin consultar a los ciudadanos.


Ecologismo de los pobres

Joan Martínez también se refirió al ecologismo de los pobres. Los estudios en esta área, explicó, se orientan a las reacciones que surgen cuando el crecimiento económico que repercute en el aumento del metabolismo de la sociedad y la subsistencia de muchos humanos, cuyos territorios son invadidos por las empresas que van a extraer sus recursos naturales.

Pero los conflictos no son sólo de explotación, sino también de colocación de residuos, porque en la medida en que aumenta el uso de energía también se elevan los desechos.

Ambas acciones nocivas, la depredación de los recursos naturales y el confinamiento de basura y otros agentes contaminantes produce efectos no sólo sobre el medio ambiente, si no también sobre los seres humanos, y esos perjuicios pueden considerarse como deuda ecológica.

Hoy mismo, señaló Joan Martínez Alier, hay líderes en el mundo, en los países en vías de desarrollo, que quieren hacer efectiva esa deuda ecológica. Uno de ellos es el presidente boliviano Evo Morales, quien quiere cobrarle a los países ricos la deuda por el carbono, por el uso desproporcionado de la atmósfera y de los océanos para colocar desechos.

En otras naciones, abundó, como Ecuador, también se están generando movilizaciones en el sentido de hacer una alianza con Bolivia y con otros países para plantear el asunto de la deuda ecológica en la Cumbre de Copenhague sobre el clima.


Gran alianza

“Los críticos ecológicos de la ciencia económica estamos de acuerdo en que los pasivos ambientales no salen en la contabilidad de las empresas mineras o de las empresas forestales. Los economistas usan esta palabra tan extraña, ‘externalidad’, como si el cambio climático fuera una cosa extraña, ajena y que apareció por que sí. Pero la verdad es que los pasivos se hacen visibles cuando la gente protesta, cuando la gente llama la atención sobre lo que está pasando”, asentó.

Martínez Alier se refirió a la teoría de la segunda contradicción del capitalismo, que elucubró su colega y amigo John O’ Connor, autor del libro La crisis final del capitalismo y coofundador de la revista Ecología política.

La primera contradicción, postulada por Marx, asegura que cuando los capitalistas pretenden generar la misma producción con menos trabajadores o reduciendo salarios para obtener más ganancia, provocan una disminución en el consumo. La segunda contradicción señala que la voracidad del mercado por explotar los recursos naturales terminará agotándolos para siempre.

En toda su disertación, Martínez Alier ensalzó las luchas populares por la defensa del medio ambiente, y habló de casos específicos en México. Mencionó en varias ocasiones la oposición de ecologistas, vecinos y ciudadanos en todo el país al daño que están produciendo las granjas Carroll, ubicadas en los límites de los estados de Puebla y Veracruz.

Incluso celebró la realización de la Quinta Asamblea Nacional de Afectados Ambientales en la localidad de Chichicuautla, del municipio de González Ortega, en la región de Libres–Oriental, y propuso que se generara un frente amplio para exigir justicia ambiental a las autoridades y a las empresas contaminantes.

Por su parte, Gian Carlo Delgado se refirió a las diversas luchas ambientales que están desarrollando organizaciones civiles y populares a lo largo del territorio mexicano y las contradicciones que el sistema está produciendo constantemente en un afán por proteger a los grandes capitales que depredan el medio ambiente.
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