4.4.03

El triángulo biotecnológico: Universidad, Corporación y Estado.


Educación Superior: Cifras y Hechos.
Año 3. No. 13.
Ceiich, UNAM.
Pp. 9-12.



Existen tres actores centrales para descifrar el desarrollo científico y tecnológico, y de ahí el industrial, de cualquier región o país del planeta: el Estado, las unidades económicas (como las Corporaciones Multinacionales —CMNS—) y el sistema científico-tecnológico (sistemas universitarios, instituciones, políticas, agencias de investigación, etc.). Estos actores interactúan dentro de un marco histórico, que muestra y ejerce estructuras estratégicas de capacidades e inhabilidades. La facultad de actuar autónomamente, a nivel internacional (pero concretamente a nivel nacional) y los distintos niveles de condicionalidad, son factores que determinan el establecimiento de un éxito estratégico o de una derrota en estos actores y elites.
En este sentido, los Estados Nacionales Centrales (ENCs) se han caracterizado por tener fuertes
conexiones entre los tres actores. Forman una sólida estructura triangular, a la que más adelante nos referiremos como Red Industrial. En cambio, la periferia se caracteriza por tener uno o dos actores débiles o “inexistentes”, que da como resultado que se mantengan así, o sean remplazados por actores metropolitanos (de los ENCs). Esto no significa que los Estados Nacionales Periféricos (ENPs), una vez subordinados, tengan la misma posibilidad de acceder a la tecnología que los ENCs desarrollan. En tal línea, hay que señalar que la transferencia de tecnología de los países centrales hacia los periféricos es altamente regulada por los ENCs y sus políticas (directas o a través de instituciones internacionales), además de que generalmente está bajo estrecho control de las grandes CMNs que funcionan espacialmente en la periferia, pero que están coordinadas, reguladas y subvencionadas a través de la política de su país de origen.
Asimismo, tampoco se puede hablar de un desarrollo tecnológico autónomo propio de la periferia, que se vincule a las necesidades regionales.
La forma en la que los ENPs han construido sus sistemas de educación superior y de investigación es central para explicar este fenómeno, donde específicamente las agendas de investigación están influidas y subordinadas a los centros de investigación de los ENCs y las grandes CMNs. De hecho, las instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han argumentado que los ENPs deben enfocarse en la educación básica y dejar la docencia e investigación universitaria en manos de la iniciativa privada.
Históricamente, América Latina no ha mostrado capacidad ni interés en auspiciar programas
de investigación, desarrollo y tecnología de cualquier tipo.
La capacidad de usar y acceder a la tecnología es una situación, pero otra completamente diferente es crearla y desarrollarla. América Latina, de manera marcada: México, Argentina y Brasil se han caracterizado por ser países de transferencia horizontal (aquella destinada a ser socializada a nivel planetario como es el caso de la que usa la industria
maquiladora —incluyendo la de biomaquila— o aquella que está contenida en bienes de consumo finales con cierto grado de tecnología de punta). A partir de esa transferencia han querido hacernos creer que se trata de un proceso de modernización que nos llevará al take off, o en otras palabras, que nos encontramos en “vías de desarrollo”. Consecuentemente, las elites latinoamericanashan venido sustituyendo el desarrollo científico- tecnológico periférico, por la transferencia tecnológica metropolitana, que no es otra cosa que la subordinación tecnológica a los ENCs.
Al considerar lo anterior, no es sorpresa que el caso de los Estados Unidos revele fuertes estructuras geoeconómicas y geopolíticas basadas en una íntima vinculación entre las universidades, las CMNs y el Departamento de Estado. Sólo hay que tomar nota de cómo EUA se coloca a la vanguardia de todas las investigaciones y desarrollo tecnológico de punta, sea en tecnología espacial, nanotecnológica, biotecnológica, nuevos materiales, etc. Esto no es casualidad. De hecho, el propio Departamento de Defensa de EUA alude que ello es posible gracias a la gran estructura que se ha construido desde la Segunda Guerra Mundial, entre el Estado, las universidades, institutos de investigación y las empresas/CMNs.
Nótese que cuando se trata de una tecnología de punta (hi-tech), que permite redefinir o reafirmar las estructuras de poder de los Estados Nacionales y sus capitalistas, ya sea en el sector productivo, improductivo o militar, los capitalistas hegemónicos buscan subordinar ciertas áreas estratégicas de su desarrollo, aplicación y uso, y de ninguna manera permiten la participación autónoma de actores periféricos. Estos últimos, cuando mucho, se especializan en las “investigaciones cola” de las distintas tecnologías de punta, como lo ha sido hasta ahora la biomaquila de la UNAM y del Colegio de la Frontera Sur, en el caso de México. Ello
se debe a que la biotecnología, al igual que todas las tecnologías de punta, sólo pueden ser desarrolladas potencialmente por aquellos Estados con una estructura material (objetiva) y humana (subjetiva) poderosa; aquellos que fomentan las investigaciones que liderean el desarrollo biotecnológicoy que, en consecuencia, son los que generan un mayor plus de valor (como el caso del desciframiento del genoma humano).
Un estudio del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos puntualiza que: "...Estados Unidos con las mejores universidades del mundo e importantes instalaciones científicas, sigue siendo la primera potencia generadora de tecnología... Pero, para lograr establecer y desarrollar la industria estratégica, es necesario construir una red de trabajo entre individuos, equipos de trabajo, facilidades de investigación, corporaciones y unidades del gobierno."
Según datos de la National Science Foundation, EUA desarrollaba hasta el año 2000, el 43%
de la I&D mundial, con un gasto que para 1996 sobrepasaba el ejercido por el del Grupo de los Siete y que incluye las economías más fuertes de la Unión Europea (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido). Combinando el gasto militar y civil en I&D de estos países, tan sólo logran sobrepasar en 17% el gasto no militar en I&D de EUA. Sin embargo, es atinado señalar que en términos planetarios, tal liderazgo, por sí solo, no garantiza la reproducción global de la sociedad capitalista, aunque, en tanto qué lugar de generación del plusvalor extraordinario es el que marca la pauta del desarrollo y el que establece los límites de la competencia intercapitalista.
Debido a que las expectativas del desarrollo científico en Ingeniería Genética/Biotecnología son impredecibles, los capitales involucrados buscan diversificarse para constituir y asegurar su hegemonía, no sólo en el campo de la investigación, sino además, necesaria y simultáneamente, en el mercado mundial. En consecuencia, se ha venido conformando una maraña de fusiones, adquisiciones totales o parciales, o simplemente alianzas de empresas, como en las que comparten patentes o derechos de know-how, universidades, institutos de investigación públicos y privados, etc., para coordinar el desarrollo científico-tecnológico/industrial de la Biored nacional correlacionada a nivel internacional a partir de subordinar, de distinta manera
y nivel, a actores periféricos.
Paralelamente, los capitales se ven forzados, no sólo a construir su predominio en una industria específica, sino a proyectarlo al resto de las industrias relacionadas a dicho desarrollo científico como farmacéuticos, semillas, agroquímicos, químicos, etc. Este proceso de megafusiones de capitales biotecnológicos (científicos e industriales, por así llamar a los relacionados al desarrollo de la ingeniería genética, y a los relacionados a su aplicación industrial para su comercialización, respectivamente) está llevando a la formación de Gigantesque al presentarse en el mercado mundial como pequeñas o grandes empresas o CMNs dispersas e independientes, diluye la percepción de su creciente poderío y entonces de las dimensiones de su penetración en los países periféricos.



El Papel de la UNAM en el desarrollo biotecnológico mundial


En un escenario tan complejo, el triángulo biotecnológico —inexistente en la periferia— busca desde cualquiera de sus componentes (CMNs, el Estado y las universidades e institutos de investigación) subordinar a los actores atomizados existentes en la periferia y que tienen acceso directo a la diversidad biológica y a su conocimiento. Busca, sobre todo, alianzas con las universidades e institutos de investigación, ya que las empresas biotecnológicas de interés son fácilmente cooptadas mediante acuerdos, fusiones o adquisiciones importantes de sus acciones. En cuanto a los Estados nacionales, la elite periférica es subordinada y comprada como junior partners de los ENCs. Los funcionarios periféricos involucrados en una u otra medida en el acceso, uso y conservación de la biodiversidad nacional son corroídos por las “oportunidades” de engancharse a las cúpulas de poder nacionales y de los ENCs: ¡todo un acto de “bio-oportunismo”!
Así pues, las universidades y los institutos de investigación (públicos) periféricos se colocan
como punto nodal del “enganchamiento” de actores periféricos hacia el triángulo biotecnológico.
Desde la falsa idea de que se promueve la investigación de punta en los países periféricos, las grandes CMNs y las instituciones de los ENCs financian y logran acuerdos verticalmente subordinantes con ellos para que produzcan investigaciones biotecnológicas de “cola”. Es decir, la maquila de muestras genéticas y otras investigaciones de aplicación local —nacional— que relativamente generan bajas ganancias, pero que en caso de no ser así, como fueron financiadas por los primeros, los contratos, alianzas o acuerdos entre las partes generalmente aseguran los derechos de patentar tales avances biotecnológicos a favor de los financiadores.
A pesar de ello, los investigadores y científicos periféricos creen de “buena fe” en que, aun cuando están financiados por tales actores, podrán generar resultados positivos para su país y su población.El problema es que rara vez se detienen a pensar en el tipo de resultados que producen y a quiénes benefician. Menos aún reflexionan en qué es “positivo” y desde qué óptica, ya que desde la lógica de la ganancia la respuesta será una, pero desde el beneficio y bienestar de la colectividad humana, es otra totalmente distinta.
En este panorama, la UNAM, como una de las universidades más importantes de América Latina, juega un papel central, aunque no hay que minorizar en lo absoluto al Instituto Politécnico Nacional. En el caso particular de la UNAM, hay que señalar que al igual que las demás universidades públicas de la periferia, sólo desarrolla la biotecnología de “cola”. El instrumental y equipo electroinformático necesario para el desarrollo de esa tecnología no se compara con el utilizado por los laboratorios de los ENCs. Los propios proyectos lejos de ubicarse
en el desarrollo de medicinas inteligentes o en el desciframiento del genoma humano, que con su
debida crítica, resultan ser sin lugar a dudas el gran negocio (de los ENCs); la UNAM los ha enfocado en el mejor de los casos, en el desarrollo de transgénicos para las supuestas necesidades del país (lo que habría que preguntarle en primera instancia a los campesinos mexicanos).
Lo más importante de todo es que, hasta ahora, y por lo que se sabe, la UNAM está involucrada en dos proyectos de “bioprospección” en el país. Es decir, en programas de saqueo de recursos genéticos, mejor denominados como actos de biopiratería.
Temporalmente suspendido, uno de ellos es el que tiene el Instituto de Biotecnología, desde noviembre de 1998, con la empresa Diversa (EUA), la cual se especializa en organismos que viven en condiciones extremas, específicamente en enzimas extremófilas, mismas que tienen aplicaciones diversas incluyendo la fabricación de armas quimicobiológicas.
Diversa cuenta con más de 700 patentes aprobadas de enzimas, además de que tiene acuerdos con Hoffmann La Roche, Down Chemical Company, Sigma, Celera, entre otras multinacionales. El segundo acuerdo que involucra a la UNAM es el existente entre el Jardín Botánico y la Facultad de Química de la UNAM con el ICBG (Internacional Cooperative Biodiversity Group). Según los informes del proyecto,9 dicha entidad se forma en 1992, a partir de la Convención de Diversidad Biológica impulsada por el Banco Mundial y patrocinada por el GEF (Fondo Mundial del Medio Ambiente). El grupo está conformado por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH), la Fundación para la Ciencia, la USAID —Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos—, el USDA —Departamento de Agricultura de los Estados Unidos—, y es coordinado por el Fogarty Internacional Center del NIH. Uno de sus proyectos mundiales es el ICBG-Zonas Áridas (Bioactive Agents from Dryland Biodiversity of Latin America). Incluye México, Argentina y Chile, en el cual colaboran la Universidad de Arizona, el G.W. Hansen’s Disease Center ubicado en Batton Rouge, Lousiana, el Instituto Nacional de Tecnología
Agrícola de Argentina, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la UNAM, los Laboratorios Wyeth- Ayerst y American Cynamid Company (estas últimas propiedad de American Home Products). El proyecto, para el caso de México, al mando del doctor Robert Bye —parte del cuerpo administrativo y docente de la UNAM—, está recolectando muestras de cactus, plantas xerófitas y otras propias de los desiertos y zonas áridas y semiáridas de Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Durango, San LuisPotosí, Puebla, Nuevo León, Oaxaca y Chiapas.
Ha obtenido de 1993 a 1997 alrededor de 3,500 extractos, por lo que es más que probable que esa cifra ya se haya duplicado, además de que tiene vigencia hasta el 2003. Lo más preocupante es que el acuerdo permite el libre acceso de los partícipes a los bancos de información genética del Jardín Botánico de la UNAM, ello porque según el propio ICBG, el doctor Bye, “...está desarrollando las bases de datos más grandes de todo el proyecto de las zonas áridas, sobrepasando las expectativas que se tenían para los tres países en su conjunto”.
Saque usted sus conclusiones considerando que mientras el triángulo biotecnológico se consolida y fortalece cada vez más y la periferia se subordinada a su lógica y bajo sus intereses, no cabe duda que el desarrollo per se de la biotecnología resulta cada vez más agresivo para la sociedad y, en especial, para la periferia. Según un documento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), “...la biotecnología conducirá a grandes avances médicos que permitirán a las personas más acaudaladas del mundo mejorar su salud e incrementar dramáticamente su longevidad”. No por nada la investigaciones de las CMNs farmacéuticas sólo se centran en satisfacer las demandas de ese sector, especialmente en los ENCs, donde están los ingresos suficientes para comprar los medicamentos necesarios. El dengue, el cólera, y demás enfermedades propias de la periferia no son negocio, por tanto no se dedican fondos suficientes para su investigación.12 En cuanto a los transgénicos, hasta ahora, además de las repercusiones ecológicas que tienen, no han demostrado más que ser funcionales a los intereses empresariales, ya que aseguran la dependencia de los campesinos con la CMN productora de las semillas estériles y que, casualmente, también es la que desarrolla los agroquímicos vinculados a éstas sin los cuales las semillas no completan su ciclo (germinación, floreo, etcétera).
Pero, sobre todo, hay que indicar nuevamente que, para el avance de dichas “bondades tecnológicas”, es necesario el apropiamiento de los recursos genéticos de la periferia como fundamento esencial. El triángulo biotecnológico y las ONGs “verdes” financiadas por los actores que componen al primero se encargan de instalar esquemas, acuerdos y alianzas de biosaqueo. La UNAM y sus institutos deben servir al país, pero en este caso, todo parece indicar que su trabajo resulta contradictorio a ese fin. 􀂄



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1.4.03

¡No necesitamos alimentos transgénicos!



The Ecologist para España y Latinoamerica.
Gian Carlo Delgado Ramos

Ante la peculiar argumentación de especialistas que han publicado y continúan publicando análisis descuidados y/o "codificados" sobre la inminente necesidad de los organismos genéticamente modificados (OGM), resulta primordial la permanente reflexión y actualización de un cuadro de situación que permita identificar aquellas líneas que de fondo recogen el discurso de las multinacionales y sus expertos. Y es que el "enriquecimiento" del discurso pro-transgénicos también se produce al generar confusión, resultado de un manejo particular y parcial de la información y de la crítica. Lo que se juegan no es poca cosa: los bionegocios agrícolas o de la industria Agbio ya se valoran en unos 3 mil millones de dólares.

Como se puede leer en mi libro, La Amenaza Biológica (Plaza y Janes, 2002), algunas ideas que se vienen popularizando no son del todo correctas, incluso resultan ser totalmente falsas. Revisemos brevemente algunas de ellas:

1) "Las semillas transgénicas son descubrimientos indispensables y necesarios para alimentar al mundo, proteger el ambiente y reducir la pobreza en los países en desarrollo" (CEO de DuPont). La inteligencia convencional sigue sin querer reconocer que el problema del hambre en el mundo no es la falta de alimento, sino la pésima distribución de éste; tal "ignorancia" permite a las multinacionales agroalimentarias afirmar que su objetivo principal no es hacer negocio sino alimentar a la población mundial. Para ello, y aunque de fondo se trate de un asunto económico-político, la industria Agbio se está centrando en dos áreas principales: la de las plantas y la de animales modificados. En ambas se persiguen cuatro finalidades: (a) Mejoramiento cualitativo de las características genéticas inherentes a las propias plantas y animales (resistencia a plagas y enfermedades, incremento en la producción, etcétera); (b) La llamada nutriceuticals busca "mejorar" las plantas para el consumo específico del ganado y del hombre (adición genética de vitaminas o vacunas) y para la modificación de la apariencia y sabor de los productos; (c) La llamada agriceuticals se enfoca en la producción de sustancias y diversos materiales para fines médicos e industriales, a partir de plantas y animales modificados; y (d) Control social-reproductivo mediante semillas espermicidas y abortivas.
Dicho instrumental es fundamental, nos informan, para combatir las deficiencias alimenticias y/o la hambruna, sobre todo en los países del Sur (caso de las ayudas humanitarias estadounidenses que ya incluyen hasta en un 100% granos transgénicos). Tal flamante intención es, por lo demás, contradictoria con la naturaleza intrínseca del instrumental a utilizar: los OGM. Como se sabe, las especificaciones del diseño genético son funcionales a la consolidación de una dependencia permanente de los agricultores a la compra de semillas modificadas, ya que las cosechadas son estériles y, por tanto, no se puede guardar una parte para el siguiente ciclo productivo (tecnología Terminator, 1998). Se suma la tecnología Traitor (1999), que sobrepasa drásticamente la naturaleza genética de los vegetales al inducirlos a una permanente dependencia agroquímica. Las patentes (Monsanto: WO 9744465, o Astra/Zeneca: 5789214) revelan que se están desarrollando semillas suicidas (Terminator) con características (Traitor) que pueden ser activadas o desactivadas por sustancias "reguladoras" mezcladas en los agroquímicos de las mismas multinacionales (pesticidas, fertilizantes, herbicidas, etc). La versión de Monsanto/Pharmacia (EUA) no permite que las semillas germinen si no son expuestas a una sustancia específica. Entonces, es evidente que los transgénicos sirven y están diseñados para favorecer los intereses del empresariado que paga por su investigación y desarrollo. Téngase presente que el control de las patentes y tecnología agrícola, según información de la US Patent and Trademark Office de 1998, ya estaba en un 74% en manos de seis multinacionales: Pharmacia/Monsanto, DuPont (EUA), Novartis/Syngenta, Dow (+ Cargill de EUA y KWS AG de Alemania), Aventis (Francia) y Grupo Pulsar/Savia (México). Es, pues, un escenario donde la agricultura de autosuficiencia y el pequeño y mediano agricultor no tienen cabida, y por tanto el mecanismo para supuestamente alimentar al Sur… queda bien definido: la producción agroindustrial que opera bajo la lógica del mercado. La misma tendencia se registra en el Norte, aunque con sus respectivas particularidades.

2) Los problemas particulares del Sur se vienen resolviendo desde la investigación pública. "Todos los ejemplos tienen el mismo patrón: fondos públicos, problemas puntuales de productividad o déficit nutricional". (Daniel Ramón. La Vanguardia, 05/10/2003) Como el registro de patentes lo demuestra, la mayoría de la investigación en OGM es realizada por el sector privado, aunque, en efecto, las instituciones de investigación pública tienen información estratégica sobre los principales cultivos en el mundo, resultado de la vieja preocupación de los gobiernos por garantizar la seguridad alimentaria de su población y que ahora es relegada a las multinacionales bajo los impulsos de la globalización (nótese que se trata de un factor central en la lógica capitalista del desarrollo científico-técnológico que crecientemente viene radicalizando la propiedad y gestión privada, incluyendo la de las ciencias básicas). Aunque se registran en estos espacios casos de privatización convencional, las ofertas para la compra de los resultados de sus investigaciones es más popular (caso del fallido "ofrecimiento" de Monsanto para comprar la información desarrollada por el Centro de Mejoramiento del Maíz y del Trigo - Cimmyt en México). La transferencia de científicos y ciertos técnicos hacia el sector privado va de la mano o sustituye el punto anterior. Y para completar el panorama, el financiamiento de las instituciones públicas en el Sur es particularmente recortado y reemplazado por capital privado, a través de liberalizar el sector de ciencia y tecnología. Por ejemplo, desde préstamos condicionados del Banco Mundial (caso del Consejo Nacional en Ciencia y Tecnología - Conacyt en México). Consulte Delgado, 2002.

3) Los riesgos sanitarios o catástrofes ambientales son inexistentes. Si bien es cierto que se trata de aspectos poco conocidos e investigados (EUA destinaba, hasta el año 2000, entre uno y dos millones de dólares en ese rubro), las multinacionales y los gobiernos que las apoyan no se detienen ante el grado de incertidumbre que genera el avance biotecnológico, al contrario. No obstante, la punta del iceberg de los impactos, en este caso, de los OGM, ya comienza a visualizarse. En cuanto a los riesgos a la salud humana, por ejemplo, son ya numerosos los casos de reacciones alergénicas. La soja transgénica de Pioneer causó, en EUA, la muerte de 27 personas y más de 1.500 afectados. La papa transgénica, en una investigación con ratones, mostró que altera el sistema inmunológico y retarda el crecimiento. La toxina Bt y sus subespecies, israelensis (Bti) y kurstaki (Btk), causan, según los resultados de la investigación de laboratorio de Tayabali y Seligy, toxicidad en células humanas expuestas. Según la cantidad consumida, las consecuencias pueder ir de irritación en la piel e infecciones hasta el debilitamiento del sistema inmunológico (mutilación de células humanas). Respecto a los costos ambientales, el mejor ejemplo es el de la contaminación genética de especies mexicanas endémicas de maíz, dada a conocer por el equipo de científicos de la Universidad de Berkeley (lidereado por el Dr. Chapela) y corroborada por la Universidad Nacional Autónoma de México, por el Instituto Politécnico Nacional y por el propio Gobierno de México. La contaminación ya se extiende a 9 Estados (o comarcas) del país, y entre los contaminantes que se han encontrado están el Bt (Cry9c), identificado como el maíz Starlink de Aventis y prohibido para consumo humano en EUA; el Bt de semillas de Monsanto y Novartis; y rastros de la proteína CP4-EPSPS de Monsanto (que indica la modificación para resistencia a herbicidas). Otro ejemplo esclarecedor sobre la realidad de las consecuencias ambientales de los OGM es el resultado de la investigación realizada por un comité científico de Gran Bretaña, presentados por el gobierno de ese país y la Royal Society. Según Chris Pollock, ecologista y responsable del comité, los resultados fueron "inesperadamente sorprendentes y dramáticos", porque se encontró, entre otros factores, una fuerte reducción de la flora herbácea aledaña a los cultivos de transgénicos de remolacha y colza.

4) Las OGM permiten introducir características novedosas y benéficas como la resistencia a plagas y estrés, aumentando la productividad y reduciendo el consumo de insecticidas. Como se ha venido demostrando, los OGM no siempre son "mejores" en términos de productividad que las variedades no-modificadas, orgánicas y/o nativas (consúltese los resultados del comité británico antes mencionado, así como el trabajo que desarrolla la Research Foundation for Science, Technology and Ecology). Varios especialistas y agricultores han señalado que el uso de semillas transgénicas, a pesar de aumentar la productividad en algunos casos, generalmente incrementan los costos. Ello se debe, o bien como resultado del pago de la semilla modificada, y/o a consecuencia de un incremento en el uso de otros agroquímicos (caso de los "reguladores" para las semillas Traitor u otros "aditivos" que las multinacionales venden como parte de sus "paquetes tecnológicos"). La confusión pública se torna importante ante datos como los ofrecidos por el National Center for Food and Agricultural Policy (NCFAP). Según afirma un informe de esa institución, en base a 40 estudios de caso de 27 cultivos transgénicos en EUA, seis cultivos producen, en la misma área cultivada, 6 millones 350 mil toneladas adicionales de productos, incrementan el ingreso agrícola en 2 mil 500 millones de dólares y reducen el volumen de plaguicidas en 73 mil 940 toneladas. Ahora bien, esas cifras resultan, cuando menos, altamente cuestionables porque el informe de la NCFAP, como denunció en su momento ETC Group, fue financiado mayoritariamente por Monsanto, BIO (Organización de la Industria Biotecnológica), el Council for Biotechnology Information (un aparato de propaganda de las mismas industrias) y varias sociedades con intereses comerciales en el tema. ETC Group indica que, según Charles Benbrook, economista agrícola y autor de varios estudios sobre los resultados de los transgénicos, el informe de la NCFAP tiene fallas importantes. Por ejemplo, la mayoría de los datos positivos se basan en dos cultivos: la soja y el maíz. El cálculo de las entradas de los agricultores en ese estudio no se basa en ingresos, sino en el "ahorro" de lo que habrían gastado si con la soja hubieran usado otros herbicidas más caros. Este escenario no existe, porque los que no cultivan soja transgénica tolerante a un herbicida, advierte Benbrook, no necesariamente aplican otros herbicidas, compran la semilla más barata, y, en muchos casos, aun sin hablar de cultivos orgánicos, tienen métodos complementarios no químicos que les abaratan el costo. La soja transgénica requiere mayor volumen de herbicidas (un promedio del 11% más, según Benbrook, en un informe de mayo de 2001 para el Northwest Science and Environmental Policy Center) y produce menos que la soja convencional (2 a 8% menos). En el caso del maíz, el aumento de volumen es real (aunque sólo sea un porcentaje mínimo de la producción total), pero no compensa el gasto extra de los agricultores en las semillas transgénicas, que son más caras. En el periodo 1996-2001 alcanzó 659 millones de dólares extra por la semilla transgénica, mientras que el valor del volumen adicional producido fue de 567 millones de dólares. Es decir, perdieron 92 millones de dólares.

5) Las semillas y alimentos transgénicos pueden ofrecer la solución a los problemas nutricionales y de hambruna del planeta debido a que sus propiedades pueden ser mejoradas, por ejemplo al adicionar vitaminas, proteínas u otras sustancias alimenticias. Como advertí en La Amenaza Biológica, la rama nutriceuticals crecientemente viene tomando un nuevo empuje, no sólo como bandera para promover los transgénicos, sino porque el mercado estimado podría llegar a unos 29 mil millones de dólares. Pero tales espectativas siguen sustentándose en una estratégica comercial y no en su efectividad nutricional; su fracaso ha sido contundente. El caso del arroz dorado (con vitamina A) contribuye tan poco en la dieta que sería necesario comer 9 kilos diarios para alcanzar las cantidades recomendadas. Además, las personas con deficiencia de vitamina A generalmente no cuentan con suficientes grasas y proteínas para convertir la beta-carotena de dicho arroz en vitamina A. De modo similar, la patata enriquecida con proteínas sólo registra un incremento de aproximadamente 0.7% (pasando de 1.98 a 2.5%); no obstante, ha sido promovida como el milagro para combatir la malnutrición.

6) Los movimientos anti-transgénicos se oponen al desarrollo de la tecnología de modo irracional ya que descartan radicalmente y en paquete todo tipo de manipulación genética. Los movimientos campesinos y de otros sectores sociales, del Norte y del Sur, en general no rechazan la tecnología per se, sino un tipo peculiar de ésta. No se trata de un mero discurso más o menos "respetable", sino de una reacción frente al grado de incertidumbre, los pocos beneficios palpables para la sociedad y los peligros e implicaciones ecológico-sociales que ya se dejan ver. Y es que a contracorriente de las promesas que traen los OGM, el número de personas que tendrán acceso a la alimentación decrecerá como resultado de la concentración de la industria Agbio que ha logrado controlar crecientemente la producción, procesamiento y distribución de alimentos del planeta. El papel del Banco Mundial y otros organismos internacionales como la Organización Mundial del Comercio… es central. El objetivo, como se corroboró este año en la cumbre de Cancún, no ha sido otro que liberalizar el comercio de la agricultura, reestructurar la producción a través de semillas y ganado genéticamente modificado y distribuir los alimentos en todo el mundo, quitando a pueblos y gobiernos el ejercicio de eso que es un derecho básico suyo. Por eso, además de las consecuencias ambientales y a la salud ya antes mencionadas, cada vez es mayor el número de personas que coincidimos en señalar que no necesitamos transgénicos, aunque sí una ciencia y tecnología que fomente, en este caso, una agricultura ecológica y socialmente armónica. La labor de la sociedad para presionar a la cúpula política es fundamental para encausar la ciencia y la política nacional, regional y mundial hacia dicho objetivo.

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