4.4.03

El triángulo biotecnológico: Universidad, Corporación y Estado.


Educación Superior: Cifras y Hechos.
Año 3. No. 13.
Ceiich, UNAM.
Pp. 9-12.



Existen tres actores centrales para descifrar el desarrollo científico y tecnológico, y de ahí el industrial, de cualquier región o país del planeta: el Estado, las unidades económicas (como las Corporaciones Multinacionales —CMNS—) y el sistema científico-tecnológico (sistemas universitarios, instituciones, políticas, agencias de investigación, etc.). Estos actores interactúan dentro de un marco histórico, que muestra y ejerce estructuras estratégicas de capacidades e inhabilidades. La facultad de actuar autónomamente, a nivel internacional (pero concretamente a nivel nacional) y los distintos niveles de condicionalidad, son factores que determinan el establecimiento de un éxito estratégico o de una derrota en estos actores y elites.
En este sentido, los Estados Nacionales Centrales (ENCs) se han caracterizado por tener fuertes
conexiones entre los tres actores. Forman una sólida estructura triangular, a la que más adelante nos referiremos como Red Industrial. En cambio, la periferia se caracteriza por tener uno o dos actores débiles o “inexistentes”, que da como resultado que se mantengan así, o sean remplazados por actores metropolitanos (de los ENCs). Esto no significa que los Estados Nacionales Periféricos (ENPs), una vez subordinados, tengan la misma posibilidad de acceder a la tecnología que los ENCs desarrollan. En tal línea, hay que señalar que la transferencia de tecnología de los países centrales hacia los periféricos es altamente regulada por los ENCs y sus políticas (directas o a través de instituciones internacionales), además de que generalmente está bajo estrecho control de las grandes CMNs que funcionan espacialmente en la periferia, pero que están coordinadas, reguladas y subvencionadas a través de la política de su país de origen.
Asimismo, tampoco se puede hablar de un desarrollo tecnológico autónomo propio de la periferia, que se vincule a las necesidades regionales.
La forma en la que los ENPs han construido sus sistemas de educación superior y de investigación es central para explicar este fenómeno, donde específicamente las agendas de investigación están influidas y subordinadas a los centros de investigación de los ENCs y las grandes CMNs. De hecho, las instituciones internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional han argumentado que los ENPs deben enfocarse en la educación básica y dejar la docencia e investigación universitaria en manos de la iniciativa privada.
Históricamente, América Latina no ha mostrado capacidad ni interés en auspiciar programas
de investigación, desarrollo y tecnología de cualquier tipo.
La capacidad de usar y acceder a la tecnología es una situación, pero otra completamente diferente es crearla y desarrollarla. América Latina, de manera marcada: México, Argentina y Brasil se han caracterizado por ser países de transferencia horizontal (aquella destinada a ser socializada a nivel planetario como es el caso de la que usa la industria
maquiladora —incluyendo la de biomaquila— o aquella que está contenida en bienes de consumo finales con cierto grado de tecnología de punta). A partir de esa transferencia han querido hacernos creer que se trata de un proceso de modernización que nos llevará al take off, o en otras palabras, que nos encontramos en “vías de desarrollo”. Consecuentemente, las elites latinoamericanashan venido sustituyendo el desarrollo científico- tecnológico periférico, por la transferencia tecnológica metropolitana, que no es otra cosa que la subordinación tecnológica a los ENCs.
Al considerar lo anterior, no es sorpresa que el caso de los Estados Unidos revele fuertes estructuras geoeconómicas y geopolíticas basadas en una íntima vinculación entre las universidades, las CMNs y el Departamento de Estado. Sólo hay que tomar nota de cómo EUA se coloca a la vanguardia de todas las investigaciones y desarrollo tecnológico de punta, sea en tecnología espacial, nanotecnológica, biotecnológica, nuevos materiales, etc. Esto no es casualidad. De hecho, el propio Departamento de Defensa de EUA alude que ello es posible gracias a la gran estructura que se ha construido desde la Segunda Guerra Mundial, entre el Estado, las universidades, institutos de investigación y las empresas/CMNs.
Nótese que cuando se trata de una tecnología de punta (hi-tech), que permite redefinir o reafirmar las estructuras de poder de los Estados Nacionales y sus capitalistas, ya sea en el sector productivo, improductivo o militar, los capitalistas hegemónicos buscan subordinar ciertas áreas estratégicas de su desarrollo, aplicación y uso, y de ninguna manera permiten la participación autónoma de actores periféricos. Estos últimos, cuando mucho, se especializan en las “investigaciones cola” de las distintas tecnologías de punta, como lo ha sido hasta ahora la biomaquila de la UNAM y del Colegio de la Frontera Sur, en el caso de México. Ello
se debe a que la biotecnología, al igual que todas las tecnologías de punta, sólo pueden ser desarrolladas potencialmente por aquellos Estados con una estructura material (objetiva) y humana (subjetiva) poderosa; aquellos que fomentan las investigaciones que liderean el desarrollo biotecnológicoy que, en consecuencia, son los que generan un mayor plus de valor (como el caso del desciframiento del genoma humano).
Un estudio del Instituto Nacional de Estudios Estratégicos puntualiza que: "...Estados Unidos con las mejores universidades del mundo e importantes instalaciones científicas, sigue siendo la primera potencia generadora de tecnología... Pero, para lograr establecer y desarrollar la industria estratégica, es necesario construir una red de trabajo entre individuos, equipos de trabajo, facilidades de investigación, corporaciones y unidades del gobierno."
Según datos de la National Science Foundation, EUA desarrollaba hasta el año 2000, el 43%
de la I&D mundial, con un gasto que para 1996 sobrepasaba el ejercido por el del Grupo de los Siete y que incluye las economías más fuertes de la Unión Europea (Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón y el Reino Unido). Combinando el gasto militar y civil en I&D de estos países, tan sólo logran sobrepasar en 17% el gasto no militar en I&D de EUA. Sin embargo, es atinado señalar que en términos planetarios, tal liderazgo, por sí solo, no garantiza la reproducción global de la sociedad capitalista, aunque, en tanto qué lugar de generación del plusvalor extraordinario es el que marca la pauta del desarrollo y el que establece los límites de la competencia intercapitalista.
Debido a que las expectativas del desarrollo científico en Ingeniería Genética/Biotecnología son impredecibles, los capitales involucrados buscan diversificarse para constituir y asegurar su hegemonía, no sólo en el campo de la investigación, sino además, necesaria y simultáneamente, en el mercado mundial. En consecuencia, se ha venido conformando una maraña de fusiones, adquisiciones totales o parciales, o simplemente alianzas de empresas, como en las que comparten patentes o derechos de know-how, universidades, institutos de investigación públicos y privados, etc., para coordinar el desarrollo científico-tecnológico/industrial de la Biored nacional correlacionada a nivel internacional a partir de subordinar, de distinta manera
y nivel, a actores periféricos.
Paralelamente, los capitales se ven forzados, no sólo a construir su predominio en una industria específica, sino a proyectarlo al resto de las industrias relacionadas a dicho desarrollo científico como farmacéuticos, semillas, agroquímicos, químicos, etc. Este proceso de megafusiones de capitales biotecnológicos (científicos e industriales, por así llamar a los relacionados al desarrollo de la ingeniería genética, y a los relacionados a su aplicación industrial para su comercialización, respectivamente) está llevando a la formación de Gigantesque al presentarse en el mercado mundial como pequeñas o grandes empresas o CMNs dispersas e independientes, diluye la percepción de su creciente poderío y entonces de las dimensiones de su penetración en los países periféricos.



El Papel de la UNAM en el desarrollo biotecnológico mundial


En un escenario tan complejo, el triángulo biotecnológico —inexistente en la periferia— busca desde cualquiera de sus componentes (CMNs, el Estado y las universidades e institutos de investigación) subordinar a los actores atomizados existentes en la periferia y que tienen acceso directo a la diversidad biológica y a su conocimiento. Busca, sobre todo, alianzas con las universidades e institutos de investigación, ya que las empresas biotecnológicas de interés son fácilmente cooptadas mediante acuerdos, fusiones o adquisiciones importantes de sus acciones. En cuanto a los Estados nacionales, la elite periférica es subordinada y comprada como junior partners de los ENCs. Los funcionarios periféricos involucrados en una u otra medida en el acceso, uso y conservación de la biodiversidad nacional son corroídos por las “oportunidades” de engancharse a las cúpulas de poder nacionales y de los ENCs: ¡todo un acto de “bio-oportunismo”!
Así pues, las universidades y los institutos de investigación (públicos) periféricos se colocan
como punto nodal del “enganchamiento” de actores periféricos hacia el triángulo biotecnológico.
Desde la falsa idea de que se promueve la investigación de punta en los países periféricos, las grandes CMNs y las instituciones de los ENCs financian y logran acuerdos verticalmente subordinantes con ellos para que produzcan investigaciones biotecnológicas de “cola”. Es decir, la maquila de muestras genéticas y otras investigaciones de aplicación local —nacional— que relativamente generan bajas ganancias, pero que en caso de no ser así, como fueron financiadas por los primeros, los contratos, alianzas o acuerdos entre las partes generalmente aseguran los derechos de patentar tales avances biotecnológicos a favor de los financiadores.
A pesar de ello, los investigadores y científicos periféricos creen de “buena fe” en que, aun cuando están financiados por tales actores, podrán generar resultados positivos para su país y su población.El problema es que rara vez se detienen a pensar en el tipo de resultados que producen y a quiénes benefician. Menos aún reflexionan en qué es “positivo” y desde qué óptica, ya que desde la lógica de la ganancia la respuesta será una, pero desde el beneficio y bienestar de la colectividad humana, es otra totalmente distinta.
En este panorama, la UNAM, como una de las universidades más importantes de América Latina, juega un papel central, aunque no hay que minorizar en lo absoluto al Instituto Politécnico Nacional. En el caso particular de la UNAM, hay que señalar que al igual que las demás universidades públicas de la periferia, sólo desarrolla la biotecnología de “cola”. El instrumental y equipo electroinformático necesario para el desarrollo de esa tecnología no se compara con el utilizado por los laboratorios de los ENCs. Los propios proyectos lejos de ubicarse
en el desarrollo de medicinas inteligentes o en el desciframiento del genoma humano, que con su
debida crítica, resultan ser sin lugar a dudas el gran negocio (de los ENCs); la UNAM los ha enfocado en el mejor de los casos, en el desarrollo de transgénicos para las supuestas necesidades del país (lo que habría que preguntarle en primera instancia a los campesinos mexicanos).
Lo más importante de todo es que, hasta ahora, y por lo que se sabe, la UNAM está involucrada en dos proyectos de “bioprospección” en el país. Es decir, en programas de saqueo de recursos genéticos, mejor denominados como actos de biopiratería.
Temporalmente suspendido, uno de ellos es el que tiene el Instituto de Biotecnología, desde noviembre de 1998, con la empresa Diversa (EUA), la cual se especializa en organismos que viven en condiciones extremas, específicamente en enzimas extremófilas, mismas que tienen aplicaciones diversas incluyendo la fabricación de armas quimicobiológicas.
Diversa cuenta con más de 700 patentes aprobadas de enzimas, además de que tiene acuerdos con Hoffmann La Roche, Down Chemical Company, Sigma, Celera, entre otras multinacionales. El segundo acuerdo que involucra a la UNAM es el existente entre el Jardín Botánico y la Facultad de Química de la UNAM con el ICBG (Internacional Cooperative Biodiversity Group). Según los informes del proyecto,9 dicha entidad se forma en 1992, a partir de la Convención de Diversidad Biológica impulsada por el Banco Mundial y patrocinada por el GEF (Fondo Mundial del Medio Ambiente). El grupo está conformado por el Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (NIH), la Fundación para la Ciencia, la USAID —Agencia para el Desarrollo Internacional de los Estados Unidos—, el USDA —Departamento de Agricultura de los Estados Unidos—, y es coordinado por el Fogarty Internacional Center del NIH. Uno de sus proyectos mundiales es el ICBG-Zonas Áridas (Bioactive Agents from Dryland Biodiversity of Latin America). Incluye México, Argentina y Chile, en el cual colaboran la Universidad de Arizona, el G.W. Hansen’s Disease Center ubicado en Batton Rouge, Lousiana, el Instituto Nacional de Tecnología
Agrícola de Argentina, la Pontificia Universidad Católica de Chile, la UNAM, los Laboratorios Wyeth- Ayerst y American Cynamid Company (estas últimas propiedad de American Home Products). El proyecto, para el caso de México, al mando del doctor Robert Bye —parte del cuerpo administrativo y docente de la UNAM—, está recolectando muestras de cactus, plantas xerófitas y otras propias de los desiertos y zonas áridas y semiáridas de Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Durango, San LuisPotosí, Puebla, Nuevo León, Oaxaca y Chiapas.
Ha obtenido de 1993 a 1997 alrededor de 3,500 extractos, por lo que es más que probable que esa cifra ya se haya duplicado, además de que tiene vigencia hasta el 2003. Lo más preocupante es que el acuerdo permite el libre acceso de los partícipes a los bancos de información genética del Jardín Botánico de la UNAM, ello porque según el propio ICBG, el doctor Bye, “...está desarrollando las bases de datos más grandes de todo el proyecto de las zonas áridas, sobrepasando las expectativas que se tenían para los tres países en su conjunto”.
Saque usted sus conclusiones considerando que mientras el triángulo biotecnológico se consolida y fortalece cada vez más y la periferia se subordinada a su lógica y bajo sus intereses, no cabe duda que el desarrollo per se de la biotecnología resulta cada vez más agresivo para la sociedad y, en especial, para la periferia. Según un documento de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), “...la biotecnología conducirá a grandes avances médicos que permitirán a las personas más acaudaladas del mundo mejorar su salud e incrementar dramáticamente su longevidad”. No por nada la investigaciones de las CMNs farmacéuticas sólo se centran en satisfacer las demandas de ese sector, especialmente en los ENCs, donde están los ingresos suficientes para comprar los medicamentos necesarios. El dengue, el cólera, y demás enfermedades propias de la periferia no son negocio, por tanto no se dedican fondos suficientes para su investigación.12 En cuanto a los transgénicos, hasta ahora, además de las repercusiones ecológicas que tienen, no han demostrado más que ser funcionales a los intereses empresariales, ya que aseguran la dependencia de los campesinos con la CMN productora de las semillas estériles y que, casualmente, también es la que desarrolla los agroquímicos vinculados a éstas sin los cuales las semillas no completan su ciclo (germinación, floreo, etcétera).
Pero, sobre todo, hay que indicar nuevamente que, para el avance de dichas “bondades tecnológicas”, es necesario el apropiamiento de los recursos genéticos de la periferia como fundamento esencial. El triángulo biotecnológico y las ONGs “verdes” financiadas por los actores que componen al primero se encargan de instalar esquemas, acuerdos y alianzas de biosaqueo. La UNAM y sus institutos deben servir al país, pero en este caso, todo parece indicar que su trabajo resulta contradictorio a ese fin. 􀂄



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