28.8.07

La UNAM, lugar 70 entre 100 centros de investigación en Nanotecnología

Milenio.
México, 28 de agosto de 2007.
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La Máxima Casa de Estudios cuenta con una de las dos únicas organizaciones relativas al tema en México: la Red de Grupos de Investigación en Nanociencias (REGINA), y participa en la otra: la Red Internacional de Nanociencia y Nanotecnología, que también integra a otras instancias.

México.– La UNAM está situada en la posición 70 entre los primeros 100 centros de investigación en nanotecnología del mundo, informó Gian Carlo Delgado, integrante del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades y de la Red Latinoamericana de Nanotecnología y Sociedad.

En la mesa redonda Nanobiotecnologías: negocio, implicaciones y riesgos, en el marco del Programa de Investigación El mundo en el siglo XXI, detalló que la Universidad Nacional pasó del lugar 72 en el año 2000, al 70 en cuanto a publicaciones de nanociencia.

Los primeros sitios son ocupados por el Instituto Nacional de Ciencia y Tecnología Industrial Avanzada de Japón, el Instituto Max Planck de Alemania y el Laboratorio Nacional de Nanodispositivos de Taiwán, seguidos por la Universidad de Oxford.

Asimismo, recordó –acompañado por Daniel Cazés, director del CEIICH– que esta casa de estudios cuenta con una de las dos únicas organizaciones relativas al tema en México: la Red de Grupos de Investigación en Nanociencias, y participa en la otra: la Red Internacional de Nanociencia y Nanotecnología, que también integra a otras instancias.

También forma parte de acuerdos con otras entidades como la National Science Foundation y el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para el desarrollo de micro y nanoelectrónicos, para lo cual se ha establecido una Red Binacional de centros de diseño.

Gian Carlo Delgado señaló que la nanotecnología ha adquirido tal importancia que el gasto público global dedicado a ella se incrementó de 4 mil 600 millones de dólares en 2004, a 6 mil 400 millones en 2006; y el privado, de 4 mil a 6 mil millones en el mismo lapso.

El universitario explicó que hay un “control” de patentes de la Unión Americana, donde se maneja un solo idioma y una política nacional reforzada, contra la posición de Europa, donde se hablan diversas lenguas y hay contradicciones internas importantes.

En tanto, en América Latina no hay un aparato industrial de alta tecnología vinculado a una estrategia de Estado; en México, en específico, no hay plan de desarrollo en ciencia y tecnología, sino megaproyectos “con recursos que usualmente se invierten en iniciativas vinculadas a la cooperación internacional y con empresas extranjeras, en algunos casos, latinoamericanas”, apuntó.

No obstante, la colaboración externa sin una directriz que estimule los encadenamientos productivos endógenos, acaba siendo una derrama que en el fondo representa una dependencia. Ante este panorama se requiere construir una agenda científica y tecnológica seria, expuso.

En tanto, Guillermo Foladori, de la Universidad Autónoma de Zacatecas y coordinador de Relans, indicó que las nanobiotecnologías son una pequeña parte de la nanotecnología, la cual constituye una plataforma de desarrollo en todas las ramas de la producción.

Por ello, muchos autores consideran que ella puede ser el comienzo de una nueva revolución industrial. Advirtió que se prevé un crecimiento asombroso para los productos que contienen nanopartículas o nanocomponentes. En 2005, la comercialización supuso 32 mil millones de dólares y se estima que para el año entrante será de 100 mil millones.

El rubro que más crecerá será el de semiconductores, para computación y comunicaciones, seguida por la farmacéutica y el cuidado de la salud. La nanotecnología ha sido considerada como una solución a la diferenciación social.

Por ejemplo, tiene mucho que decir en los temas de energía, potabilización del agua y salud, a través del diagnóstico de padecimientos, fármacos e implantes, consideró.

No obstante, en la realidad su desarrollo es “una continuación de la trayectoria tecnológica reduccionista de los últimos 50 años, de la brecha de inequidad y del incremento de la dependencia de los pacientes a las tendencias del mercado”, subrayó.

Ahora vienen los fármacos genéticos, aclaró Guillermo Foladori, la posibilidad de estudiar el ADN de cada persona y aplicar un remedio específico para cada paciente. Significa su individualización, aunque permanece la idea del combate de un padecimiento sin considerar el contexto social, económico y del organismo como un todo, y con implicaciones, como la posibilidad de que surjan nuevos riesgos.

Este campo no ayudará a reducir la brecha de inequidad, porque el 80 por ciento del mercado de las corporaciones farmacéuticas está centralizado en EU, Europa y Japón, mientras el grueso de las enfermedades está en el resto de las naciones menos desarrolladas.

Por ejemplo entre 1972 y 1997 fueron registrados mil 450 nuevos medicamentos, 13 de los cuales responden a males transmisibles y tropicales, donde vive el grueso de la población, concluyó.

En esta sesión estuvieron presentes el investigador del CEIICH John Saxe-Fernández; Ineke Malsch, directora de la consultora Malch TecnoValuation, de los Países Bajos, y Paulo Martins, de la Red de Investigación en Nanotecnología, Sociedad y Medio Ambiente de Brasil.




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Véase notas similares en:

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EL DICTAMEN
DIARIO LA RAZÓN
LA CRÓNICA
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