29.10.09

America Latina como Reserva Minera: dependencia y deuda ecológica de EUA


Gian Carlo Delgado Ramos
Memoria. No. 238.
México, noviembre de 2009.

La extracción de recursos naturales de la periferia a favor de países metropolitanos no se limita a los últimos tiempos. Desde inicios de la expansión del sistema capitalista de producción se identifica como la existencia de flujos crecientes de transferencia de recursos por la vía de esquemas coloniales de explotación o, más recientemente, del funcionamiento de lo que se ha calificado como “economías de enclave” (aquellas que transfieren recursos a favor de los acreedores sin generar encadenamientos endógenos relevantes).
El saqueo colonial entre 1503 y 1660 se calcula, sólo para América Latina (AL), en una extracción de metales preciosos del orden de unos 185 mil kilos de oro y unos 16 millones de kilos de plata. Los impactos ecosociales de tal explotación minera, si bien fueron devastadores, ciertamente no podían alcanzar las dimensiones insostenibles que se registran hoy en día y que son resultado tanto de las dimensiones que ha alcanzado la actividad minera mundial, como del empleo de tecnologías y técnicas altamente rentables pero mucho más agresivas.
Tal mecanismo de transferencia de la riqueza natural se ha venido consolidando, por un lado, a partir del pago de intereses de las deudas externas que tienen los países en cuestión. Por el otro lado, desde un sostenido comercio ecológicamente desigual que se caracteriza tanto, por una fuerte divergencia del tiempo -natural- necesario para producir los bienes exportados (un tiempo mucho más largo que aquel que requieren los bienes –industriales- y servicios de los países metropolitanos), como por la falta de incorporación de los “costes ambientales” y sociales en el valor de las exportaciones de los países periféricos extractivos; algo en sí verdaderamente complejo.
Como respuesta a tal fenómeno, una serie de especialistas en la materia han venido hablando -ya desde 1992 con el Instituto de Ecología Política de Chile (IEP) - de una Deuda Ecológica que tienen los países metropolitanos con la periferia (o del “Norte” con los del “Sur”). Ello se debe a que los últimos, como se puntualizó, tienen que aumentar su productividad y sobreexplotar sus recursos naturales. Y, como se suele decir en la juerga de la economía ecológica, dado que los tipos de interés son usualmente altos y el peso de la deuda es grande, se infravalora el futuro y se relegan las cuestiones ambientales a favor del presente.
No sorprenden entonces los datos proporcionados en 1999 por Schatan cuando indicaba que,
…el volumen de exportaciones de AL ha aumentado desde 1980 hasta 1995 en un 245 por ciento. Entre 1985 y 1996 se habían extraído y enviado al exterior 2,706 millones de toneladas de productos básicos, la mayoría de ellos no renovables. El 88% corresponde a minerales y petróleo...En contraste, vale señalar que entre 1982 y hasta 1996, en catorce años, AL había pagado 739,900 millones de dólares por concepto de deuda externa, es decir, más del doble de lo que debía en 1982 -unos 300,000 millones de dólares- y sin embargo seguía debiendo 607,230 millones de dólares.

La tendencia se mantiene hasta ahora. De 1985 al cierre de 2004, la deuda de AL pasó de 672 mil millones a 1,459 mil millones de dólares. Incluso, si se considera la transferencia financiera neta anual (diferencia entre el pago del servicio de la deuda y la repatriación de beneficios por las multinacionales extranjeras, con respecto a los ingresos exógenos brutos como donaciones, préstamos e inversiones). La transferencia neta ha sido negativa para AL prácticamente toda la década de 1980 y lo que va del presente milenio.
Ahora bien, el impacto socioambiental del esquema descrito, como puede deducirse, es de orden mayor. Un panorama que se recrudece si se contemplan las diversas infraestructuras que se han emplazado y se tienen proyectadas como parte de proyectos de ‘desarrollo” de tipo extractivo e industrial-maquilador (autopistas, ferrocarriles de alta velocidad, hidroeléctricas, hidrovías, etcétera). Ello es así porque, por un lado, tal infraestructura impacta directamente en los ecosistemas, muchas veces de modo irreversible; y porque, por el otro lado, justamente esa infraestructura es la que permite intensificar la explotación de la población y los ecosistemas para facilitar la transferencia de riqueza a favor de los acreedores, particularmente de EUA, una potencia que históricamente ha mantenido una vasta proyección –incluyendo la militar– sobre la región. En el caso de los minerales, en particular aquellos preciosos o estratégicos son de gran interés......


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