Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.
5.5.11
Estudia UNAM los biocombustibles desde diversos ángulos
Emir Olivares Alonso
La Jornada.
5 de mayo de 2011. pp. 50.
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Los biocombustibles, así como otro tipo de energías alternativas, aún no representan opciones para sustituir el uso del petróleo en la producción energética, aseguró Gian Carlo Delgado Ramos, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Entrevistado en el contexto del coloquio internacional Biocombustibles en México: un balance de su viabilidad frente al cambio climático –organizado por el CEIICH y los programas universitarios de Cambio Climático y Medio Ambiente–, el investigador indicó que aún no se ha contabilizado de manera seria cuánto se necesita invertir, cuál es el gasto de recursos naturales y en qué nivel está la explotación de mano de obra para producir los biocombustibles, por lo que sería ingenuo pensar que éstos no afectan el ambiente.
Existe un problema fuerte: para obtener cualquier tipo de energía necesitamos energía y otros insumos. En el caso de los biocombustibles, como el etanol, producirlo implica erosión de la tierra, gasto y contaminación del agua, explotación de la fuerza de trabajo y el uso de petróleo. Tratamos de producir etanol para ahorrar petróleo, pero usamos el hidrocarburo para obtenerlo.
Subrayó que si las naciones generadoras de biocombustibles usan mano de obra, y por consiguiente la explotación laboral, si se utilizara tecnología –como los tractores– se invertirían muchos más recursos y no sería tan redituable.
La medición de cuánta energía invertimos para obtener los biocombustibles no se ha contabilizado de manera seria. Hay algunos estudios pero no se contempla de manera seria por ejemplo en la política pública. Esto es una parte del problema.
Si bien el crear una canasta de energías alternativas sería una opción para disminuir el uso de la que se produce por hidrocarburos, Delgado Ramos manifestó que no hay aún un paquete de energías que puedan sustituir al petróleo con los patrones de consumo que tenemos hoy día. Tenemos que pensar qué tanto estamos consumiendo los recursos. La sociedad debe pensar a fondo sus necesidades energéticas básicas y erradicar el consumo despilfarrado” para diversificar el uso de energías.
Explicó que varias entidades de la UNAM trabajan en el análisis de estos energéticos desde cinco ejes básicos: la parte socioambiental, encargada al CEIICH; en el Instituto de Ingeniería se trabaja sobre el agua; en la Facultad de Economía se aborda el rubro socioeconómico; otro grupo estudia la política energética no sólo en México sino en el resto de Norteamérica; en tanto que en el Centro de Ciencias de la Atmósfera realiza el análisis de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de biocombustibles.
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