4.10.11

Especialistas llaman a regular nanotecnología

El Universal.
3 de Octubre de 2011
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En México existen alrededor de 500 nanotecnólogos y cerca de 50 empresas que desarrollan, importan o comercializan productos que involucran nanotecnología; sin embargo, no existen leyes ni normas oficiales que específicamente los regulen, concluye el estudio dirigido por Gian Carlo Delgado Ramos, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.

En los últimos años, han surgido un conjunto de ciencias y tecnologías que están empezando a indagar, investigar y descubrir fenómenos y procesos en la escala nano, señaló el investigador, y como consecuencia se abre para la humanidad un universo muy grande que opera en esta escala, lo que implica también numerosas incertidumbres e ignorancia sobre los riesgos y los beneficios futuros.

Por ello, destacó la necesidad de reflexionar sobre los aspectos económicos, sociales, éticos y ambientales de la nanotecnología. Desde la perspectiva de las ciencias sociales, consideró que estas nuevas ciencias pueden tener más beneficios que perjuicios, pero que hay casos específicos de nanomateriales a los que hay que ponerles más atención.

El investigador enfatizó que no se trata de decir "no" a la ciencia y a la tecnología, sino de garantizar la socialización de los beneficios y la minimización de los riesgos para hacer ciencia y tecnología responsable.

Delgado dio a conocer que, de acuerdo con una encuesta aplicada a 500 estudiantes de licenciatura en Ciudad Universitaria sobre su percepción de la nanociencia y la nanotecnología, 43% de los estudiantes de ciencias y 32% de los de ciencias sociales y humanidades, consideran que los avances de la nanotecnología son seguros.

En contraste, 47% de los estudiantes de ciencias exactas y 58% de los estudiantes de humanidades respondieron que no saben si los avances de la nanotecnología son seguros. El 10% de ambos grupos considera que los avances de la nanotecnología no son seguros para el ser humano.

Normas en beneficio de los investigadores

Delgado Ramos recordó que en 2008, la UNAM, a través del CEIICH, el Centro de Nanociencia y Nanotecnología y el Centro de Ciencias Aplicadas y Desarrollo Tecnológico, creó nanoUNAM, un consorcio que, entre otras actividades, realiza el encuentro internacional e interdisciplinario en nanociencia y nanotecnología: NANOMEX. Su edición 2011 se celebrará del 9 al 11 de noviembre en Mérida, Yucatán.

A esta reunión, indicó, asisten investigadores de ciencias exactas en el área de nanociencias y nanotecnologías de las principales universidades públicas y centros de investigación del país; empresarios que desarrollan, importan, fabrican o comercializan productos hechos con nanotecnología o que contienen materiales nanotecnológicos, así como científicos de las ciencias sociales y las humanidades. La participación de estos últimos es aún limitada pero la invitación a sumarse está abierta de modo permanente.

Gian Carlo Delgado señaló que la regulación en beneficio de los investigadores ayudaría a tomar mejores decisiones y definir prioridades para invertir el dinero que el Estado, pero también de otros actores, destinan a la nanociencia y la nanotecnología.

Por otro lado, dijo, la industria podría beneficiarse de contar con una instancia gubernamental que certifique los productos que contienen materiales o usan procesos nano.

Y es que los productos con nanomateriales que ya se encuentran en el mercado mexicano están cepillos de dientes, edredones antibacteriales y lavadoras que contienen o usan nanopartículas de plata; cosméticos y bloqueadores solares con nanopartículas diversas como las de dióxido de titanio.

Asimismo, añadió, existen materiales de construcción que emplean nanopartículas diversas, nano-catalizadores que se emplean en la industria petrolera y química, y otros materiales nanoestructurados utilizados en la industria automotriz, sea en las cabezas de los motores o en la propia pintura de la carroceria.

Sobre todos estos productos no existe una instancia que certifique que en efecto contienen lo que dicen tener, o que hacen lo que prometen, tampoco que no exista ningún riesgo para la salud o el medio ambiente (al menos hasta donde la ciencia pueda verificar) y, por supuesto, no hay ninguna norma para su etiquetado, comentó Delgado Ramos.

Si se contara con una regulación, expresó, el Estado también podría lograr su interés de garantizar la seguridad, tanto para la salud como para el medio ambiente, de los productos nanotecnológicos que se desarrollan o comercializan en México.

El experto advirtió que la mencionada regulación implicaría la conformación de un grupo interdisciplinario de especialistas tanto de las ciencias exactas como de las ciencias sociales, que trabajen conjuntamente para analizar los productos, desde un punto de vista técnico, pero también desde un punto de vista ético y socioeconómico. Un esfuerzo editorial de tal naturaleza es la revista Mundo Nano que edita nanoUNAM.

También requeriría la instalación de "cuartos limpios" y otros laboratorios nacionales bien equipados con instrumental de frontera, que sería operado por expertos en nanociencia y nanotecnología provenientes de las universidades e institutos de investigación del país, que es donde esencialmente se encuentran.

Una muestra de los avances que ya se dan para que los futuros nanotecnólogos mexicanos integren un enfoque interdisciplinario en su quehacer, es la Licenciatura en Nanotecnología que la UNAM imparte en el Centro de Nanociencias y Nanotecnología, en Ensenada, Baja California.

Ahí, los estudiantes, además de las materias de ciencias exactas, cursan algunos créditos que tienen que ver con las implicaciones éticas y medioambientales para contar con una formación más multidisciplinaria.

Hasta ahora, a nivel internacional, la Organización Internacional de Estandarización ha emitido documentos que son guías no vinculantes y de los cuales los fabricantes de nanomateriales o nano-productos pueden tomar únicamente las sugerencias que consideren pertinentes; falta pues aún mucho por hacer, concluyó el economista, doctorado en Ciencias Ambientales.

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