27.5.11

LOS CONCEPTOS DE NANOCIENCIA Y NANOTECNOLOGÍA, AÚN LEJOS DE LA SOCIEDAD


Boletín UNAM-DGCS-315
Ciudad Universitaria.
12:30 hrs. 27 de mayo de 2011
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Mientras en varios países las empresas, gobiernos y centros de investigación desarrollan las nanociencias y nanotecnologías, en la sociedad se carece de información básica sobre qué significan esos conceptos, afirmó Gian Carlo Delgado Ramos, académico del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.
Con un escaso conocimiento de esas disciplinas, los ciudadanos, tanto en México como en Estados Unidos y Europa, tienden a rechazar estos desarrollos cuando son incluidos en los alimentos, pero los aprueban si forman parte de equipos de cómputo o comunicaciones, añadió el economista y doctor en Ciencias Ambientales.
Organizador en el CEIICH del Ciclo de Conferencias Complejidad y tecnociencia: biotecnología y nanotecnología, consideró que aún hay una gran distancia entre el avance de uno de los frentes tecnológicos de vanguardia de principios del siglo XXI y la información que se tiene sobre lo que son, sus alcances, así como potenciales daños y beneficios.

Riesgos y medidas precautorias
En el desarrollo de ambas disciplinas son necesarias la evaluación de riesgos y la comprensión social de la ciencia, consideró por su parte Brian Wynne, del Consejo de Investigación Económica y Social (ESRC) de la Universidad de Lancaster, Reino Unido.
El especialista en tecnología, evaluación y percepción pública de la ciencia, consideró que se requiere un amplio trabajo de evaluación de riesgos, que se comunique a la sociedad, a la que deben llegar conceptos e información fidedigna sobre los alcances de un biochip introducido a un nuevo fármaco o una nanopartícula incluida en un cosmético.
El también físico de materiales y sociólogo indicó que esta nueva área de conocimiento, caracterizada por la innovación y, por ende, por una rápida conexión con la producción industrial y el mercado económico, debe comunicarse, regularse y etiquetarse.

El universo en nanómetros
Si se manipula a una escala diminuta y controlada, la materia se comporta de forma distinta a la que conocemos en la naturaleza. Esa condición ofrece muchas posibilidades que los científicos exploran en varios países para desarrollar los nuevos materiales, alimentos y fármacos del siglo XXI.
La escala de lo minúsculo está regida por el nanómetro, unidad donde un cabello es un gigante y un metro es mil millones de veces más grande.
Un nanómetro es la millonésima parte de un milímetro, y en su escala se pueden medir átomos, moléculas y virus, pero una bacteria o una célula son muy grandes para registrarse.
Actualmente, con esta disciplina se desarrollan medicamentos más precisos, alimentos modificados, tubos de carbono y nuevos aditamentos electrónicos.
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5.5.11

Estudia UNAM los biocombustibles desde diversos ángulos




Emir Olivares Alonso
La Jornada.

5 de mayo de 2011. pp. 50.
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Los biocombustibles, así como otro tipo de energías alternativas, aún no representan opciones para sustituir el uso del petróleo en la producción energética, aseguró Gian Carlo Delgado Ramos, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Entrevistado en el contexto del coloquio internacional Biocombustibles en México: un balance de su viabilidad frente al cambio climático –organizado por el CEIICH y los programas universitarios de Cambio Climático y Medio Ambiente–, el investigador indicó que aún no se ha contabilizado de manera seria cuánto se necesita invertir, cuál es el gasto de recursos naturales y en qué nivel está la explotación de mano de obra para producir los biocombustibles, por lo que sería ingenuo pensar que éstos no afectan el ambiente.
Existe un problema fuerte: para obtener cualquier tipo de energía necesitamos energía y otros insumos. En el caso de los biocombustibles, como el etanol, producirlo implica erosión de la tierra, gasto y contaminación del agua, explotación de la fuerza de trabajo y el uso de petróleo. Tratamos de producir etanol para ahorrar petróleo, pero usamos el hidrocarburo para obtenerlo.
Subrayó que si las naciones generadoras de biocombustibles usan mano de obra, y por consiguiente la explotación laboral, si se utilizara tecnología –como los tractores– se invertirían muchos más recursos y no sería tan redituable.
La medición de cuánta energía invertimos para obtener los biocombustibles no se ha contabilizado de manera seria. Hay algunos estudios pero no se contempla de manera seria por ejemplo en la política pública. Esto es una parte del problema.
Si bien el crear una canasta de energías alternativas sería una opción para disminuir el uso de la que se produce por hidrocarburos, Delgado Ramos manifestó que no hay aún un paquete de energías que puedan sustituir al petróleo con los patrones de consumo que tenemos hoy día. Tenemos que pensar qué tanto estamos consumiendo los recursos. La sociedad debe pensar a fondo sus necesidades energéticas básicas y erradicar el consumo despilfarrado” para diversificar el uso de energías.
Explicó que varias entidades de la UNAM trabajan en el análisis de estos energéticos desde cinco ejes básicos: la parte socioambiental, encargada al CEIICH; en el Instituto de Ingeniería se trabaja sobre el agua; en la Facultad de Economía se aborda el rubro socioeconómico; otro grupo estudia la política energética no sólo en México sino en el resto de Norteamérica; en tanto que en el Centro de Ciencias de la Atmósfera realiza el análisis de las emisiones de gases de efecto invernadero asociadas a la producción de biocombustibles.
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