La creciente erosión de las fronteras planetarias ha generado implicaciones
socio-ecológicas importantes (Steffen et al, 2015). La complejidad, velocidad y
dimensión de las alteraciones son tales que serían observables en los récords
geológicos estratigráficos futuros, de ahí que se sugiera que se ha dejado el
Holoceno para entrar a la época del Antropoceno (Crutzen, 2002). Más allá de los
debates y controversias sobre tal idea -desde criterios técnicos necesarios
para poder formalizar una nueva época geológica (Lewis y Maslin, 2015), hasta aspectos
propios de las ciencias ambientales, sociales y las humanidades (Palsson et al,
2013)-, es un hecho que el crecimiento económico, el consumo de energía y materiales
y la generación de desechos han estado altamente correlacionados, particularmente
desde la segunda mitad del siglo XX (Steffen et al, 2011). De continuar esta
tendencia, es posible afirmar entonces que estamos ante un punto de quiebre,
entre el colapso como humanidad y la transición hacia caminos más sustentables
y resilientes. En este contexto, los asentamientos urbanos juegan un rol
central, sea en avanzar hacia el colapso, o para empujar genuinos procesos de
transición y transformación hacia modalidades sustentables, resilientes,
incluyentes y justas.
Investigador titular C adscrito al Instituto de Geografía de la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Sistema Nacional de Investigadores de México (nivel III, CONAHCYT); miembro regular de la Academia Mexicana de Ciencias; rapporteur del Multidisciplinary Expert Scientific Advisory Group del GEO-7 (PNUMA); integrante del Comité del PRONACES Sistemas Socioecológicos y Sustentabilidad del CONAHCYT y parte del Consejo Ejecutivo de la Red Mexicana de Científicos por el Clima.