8.10.08

Abren diálogo nacional sobre nanociencia


por Cecilia Rosen
Reforma- Ciencias.
Ciudad de México, 9 octubre 2008.
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Para que México aproveche al máximo los beneficios de la "tercera revolución industrial" -la de la nanotecnología y las nanociencias- urge un diálogo entre científicos de distintas disciplinas con políticos y empresarios, que incluya las dimensiones éticas y sociales de su aplicación, presupuesto y regulación.

Para abrir el debate, la UNAM organiza el 4 y 5 de noviembre el foro Nanomex 2008, primer evento interdisciplinario en México sobre nanociencias, que busca facilitar el encuentro de especialistas de diversas áreas para diseñar una estrategia nacional.

"Se busca impulsar un amplio diálogo interdisciplinario de alta calidad sobre los avances reales, promesas e implicaciones de la nanotecnología para enriquecer la toma de decisiones", asegura el comité organizador, a cargo de Gian Carlo Delgado, del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades (CEIICH) de la UNAM.

Nanomex, inspirado en los NanoForum de Europa, reunirá a expertos de otros países como Nora Savage, de la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos, David Berube, de la Universidad Estatal de Carolina del Norte y Roger Strand, del Centro de Estudio de las Ciencias y las Humanidades de Noruega.

También asistirán Miguel Yacamán, de la Universidad de Texas, Humberto y Mauricio Terrones, del Instituto Potosino de Investigación en Ciencia y Tecnología, y Jaime Martuscelli, Coordinador de Innovación y Desarrollo de la UNAM, entre otros.

A su vez, Delgado presentará la revista Mundo Nano y el documental "Nanociencia y Nanotecnología en la UNAM" que, tras entrevistar a más de 80 nanotecnólogos de la Universidad, documenta la principal inquietud sobre la disciplina en México: el poco presupuesto y la falta de una infraestructura nacional.

El diagnóstico

Pese a que hay 20 grupos en nanociencias y nanotecnología en el País, aún faltan acciones coordinadas, coinciden investigadores.

El primer paso hacia la consolidación de un programa nacional, dice Sergio Fuentes, Director del Centro de Nanociencias y Nanotecnología de la UNAM, es hacer un diagnóstico del estado actual del desarrollo de esta área.

La estrategia de Nanomex consiste en documentar quién hace qué, por qué, con qué fin y con qué costo, para articular esfuerzos que amplíen los beneficios de esta disciplina, explica Delgado, cuya formación híbrida -en economía, ciencias ambientales y filosofía de la ciencia- le permite analizar desde las ciencias sociales el campo de las naturales, y viceversa.

Actualmente, explicó Fuentes, hay una iniciativa que retoma la idea de los "Megaproyectos" de Conacyt para elaborar, en un plazo no mayor a dos años, una propuesta nacional para desarrollar las nanociencias y nanotecnología en el País.

Delgado evidencia en Guerra por lo Invisible: Negocio, Implicaciones y Riesgos de la Nanotecnología (UNAM, 2008) que mientras que en México no existe un programa nacional, hay varios proyectos bajo convenios bilaterales con Estados Unidos y la Unión Europea.

Edgar Zayago y Guillermo Foladori explican en Rastreando la Nanotecnología en México (Nanotechnology Law & Business, 2007) las consecuencias de esta situación.

"Sin un Plan Nacional de Investigación, la creciente influencia de Estados Unidos podría no corresponder con los intereses nacionales. Además, existe riesgo de que en la búsqueda de la competitividad, los impactos económicos, sociales y legales sean desatendidos", escriben los científicos de la Universidad de Zacatecas.

"En el área hay un gran avance tecnológico pero hay cierta preocupación sobre la introducción de nuevos materiales d e naturaleza diferente con propiedades que no hemos identificado totalmente", agrega Fuentes desde Ensenada.

Sobre los riesgos

Otra consecuencia indeseada de la falta de una regulación en México para la nanotecnología y las nanociencias, argumenta Delgado, es la poca de claridad en el manejo de los riesgos que podrían implicar sus productos una vez aplicados.

La falta de estudios de ecotoxicidad de las nanopartículas, por ejemplo, denotan que no se está dando un debate serio sobre el tema y que se desconocen sus implicaciones.

"Hay poco financiamiento, una política débil (...) y uno se pone a hablar de que puede que haya riesgos y muchos de los científicos se sienten atacados porque dicen 'si el panorama estaba difícil, ahora está peor'".

Pese a que estos estudios son benéficos para empresas que comercializan nano productos, en México no hay incentivos para analizar los impactos en la salud y medio ambiente. Estados Unidos, que cuenta con un presupuesto obligado para el ramo, invirtió en 2006 40 millones de los 1200 para nanociencias y nanotecnología en aspectos éticos. Otros países emplean de 30 a 40 veces más en aspectos éticos y sociales y ambientales en nanotecnología de lo que se gastaba en su momento en bioética.

"La colaboración con los grupos que tengan aspectos relacionados con ciencias sociales nos puede ayudar muchísimo para avanzar en las posibles aplicaciones futuras de los nanomateriales y las nanotecnologías", concluye Fuentes.


Piden más inversión

Hasta ahora, los esfuerzos por incluir a la nanotecnología como parte del presupuesto de Conacyt han fracasado.

Mientras que a nivel mundial se han dedicado 3 trillones de dólares a esta área, el Conacyt llegó a destinar 1 millón, en contraste con China, que invirtió 480 del 2002 al 2007.

"Tomando en cuenta la tendencia decreciente en el monto del porcentaje del PIB dedicado a la Ciencia y la Tecnología en México, sólo una decisión al más alto nivel puede facilitar la concesión de fondos substanciales para el desarrollo de una iniciativa nacional para la Nanotecnología en México", dice el investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), Armando Barrañón Cedillo.


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