* Para el investigador de la UNAM Gian Carlo Delgado, es un reto aumentar la producción de alimentos, pero de manera ecológica y sustentable, en escenarios cada vez más complicados por efectos del cambio climático
Martes 20 de noviembre de 2012
Redacción | El Universal
Las ciudades, especialmente las pobres, como la Ciudad de México, serán más vulnerables al desabasto de alimentos en escenarios de cambio climático, advirtió Gian Carlo Delgado, investigador del Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM.
El doctor en Ciencias Ambientales advirtió que los países que actualmente son autosuficientes en la producción de alimentos, dejarán de exportarlos en el futuro, cuando la producción disminuya por efecto del cambio climático para consumirlos ellos mismos y, del mismo modo, las regiones rurales que producen alimentos, dejarán de enviarlos a las ciudades.
La Ciudad de México, en particular, tiene el problema de que su zona periurbana, que podría utilizar para la producción de alimentos, es muy limitada, a diferencia de otras ciudades del país en las que sí podría hacerse una planeación a largo plazo integrando el conocimiento y la tecnología disponibles.
Por ejemplo, indicó, el impulso de la agricultura urbana y periurbana en África y en Centro América, ha contribuido a aumentar el porcentaje de alimentos que se producen en la ciudad hasta en un 35 por ciento.
El investigador señaló que por primera vez en la historia hay en el mundo una mayor cantidad de pobladores urbanos que rurales. Por ejemplo, en nuestro país, la población es alrededor de 80 por ciento urbana, lo que implica que el grueso de las personas dependen de que otros les produzcan su alimento.
Esta situación, advirtió Delgado, se va a agudizar con las dificultades para la producción de alimentos consecuencia del cambio climático, especialmente para las ciudades, que son sistemas parasitarios en los que prácticamente todo lo que se consume tiene que traerse de otros lugares.
Sobre este tema, el doctor en ciencias ambientales expuso el concepto de metabolismo urbano. Con este concepto se estudian las entradas, el stock (existencias) y la salida de energía y materia de las ciudades.
Existe, explicó, una metodología acordada a nivel internacional, para hacer la contabilidad de cuántos recursos hay en el espacio urbano, cuántos se traen de fuera, la cantidad que se queda en la ciudad y luego cuánto y cómo sale.
Estos estudios de metabolismo urbano muestran que las ciudades producen máximo el 15 por ciento de sus alimentos, lo que significa un constante flujo de nutrientes del entorno rural al urbano y que sale en forma de aguas residuales, desechos sólidos y gases de efecto invernadero.
Incertidumbre en modelos climáticos
Gian Carlo Delgado explicó que al hablar de posibles escenarios de cambio climático y seguridad alimentaria, es muy importante tomar en cuenta que existe un grado importante de incertidumbre.
Por un lado, existe incertidumbre en los modelos climáticos, especialmente cuando se trata de estimar como será el clima en cada una de las regiones, y, por otro lado, los modelos que intentan predecir el comportamiento de las especies, en este caso los cultivos, frente a ciertos cambios en el clima, también tienen un cierto grado de incertidumbre.
Sin embargo, aseguró que ya hay indicios de que el cambio en las precipitaciones pluviales afectará regiones donde ya existen problemas para la producción de alimento, como África, y regiones que se verán muy afectadas por el aumento en el nivel del mar como algunas zonas arroceras asiáticas.
De acuerdo con cifras del International Food Policy Research Institute (IFPRI), se prevé que para el año 2080, cuando se presentarán los mayores retos en términos de población y cambio climático, que la caída en la productividad de los cultivos será entre el 14 y el 29 por ciento.
Por otro lado, indicó que la producción intensiva de alimentos también tiene consecuencias ambientales, por ejemplo, en términos de huella hídrica y de emisiones de gases de efecto invernadero asociadas.
El también maestro en economía ecológica y gestión ambiental, dio algunas cifras de la FAO que ejemplifican este fenómeno: cada litro de leche tiene detrás 2.5 kilogramos de CO2 antes de salir a la fase de distribución y cada kilo de carne, 20 kilogramos de CO2.
En otro estudio de FAO de 2011, se estima que la huella hídrica de la carne de res es de 15 mil 400 metros cúbicos por tonelada y la carne de cerdo gasta 6 mil metros cúbicos por tonelada, mientras que el pollo requiere 4 mil metros cúbicos de agua por tonelada y la leche mil metros cúbicos.
Esto quiere decir, subrayó, que la eficiencia en la producción de alimentos no es una solución simple, pues mientras se producen se deteriora el medio ambiente, emitiendo gases de efecto invernadero y gastando agua en el proceso.
El reto es, consideró, aumentar la producción de alimentos pero de manera ecológica y sustentable, en escenarios cada vez más complicados por efectos del cambio climático y encontrar la forma de hacerlo también en las ciudades para que sean más autosuficientes alimentariamente.
Dirección General de Divulgación de la Ciencia, UNAM